'Las leyes de la frontera' - Daniel Monzón de la Loma
'Las leyes de la frontera' es una película que ofrece, básicamente, lo que cabe esperar que ofrezca. Con buena letra y muy poca mala sangre. Una película lo que se dice bien hecha, en un acertado ejercicio de pulcra ficción histórica creíble sobre todo gracias a sus interpretaciones, el habitual talón de Aquiles de este tipo de producciones, y al que no se le conoce ningún serio traspiés que ponga en riesgo su solvencia, que como el algodón, no engaña a nadie.
Algo así como 'El niño' en términos absolutos, pero sin el lastre de contar con una piedra como Jesús Castro de protagonista. Marcos Ruiz, Chechu Salgado y sobre todo una radiante Begoña Vargas aportan vida a esta revisión moderna del cine quinqui de José Antonio de la Loma que a nivel argumental no presenta grandes novedades, si bien no es nada que suponga un lastre gracias a un guión conciso y bien fundamentado y a una narrativa que se despliega con agilidad, sencillez y claridad.
Y es que 'Las leyes de la frontera' tiene claro qué clase de película, en clara consonancia con el tiempo que vivimos. Como una de esas cafeterías modernas surgidas de los restos de una cafetería de toda la vida, en una emulación quizá más bonita pero a la vez menos auténtica. Una propuesta refinada que funciona, perfectamente, aunque no parezca rodada en la calle, sino en el interior de un stand temático de Ikea.
Esto es, un acercamiento que como la mayor parte del cine de Daniel Monzón tiene más de servicio comercial que de apasionada revisitación a lo Quentin Tarantino, si bien, dejando al margen el naufragio de 'Yucatán', a su vez, con la garantía y el buen hacer de un artesano que a diferencia de Amenábar no se cree un autor. O lo que es lo mismo, 'Las leyes de la frontera' es un sota, caballo y rey que funciona en la (buena) medida que funciona un sota, caballo y rey.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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