'La maldición del guapo' - Con la cartera y la sonrisa en su sitio
'La maldición del guapo' se define como una elegante y pícara comedia de estafadores. Una comedia "de trazo fino" en la que en palabras de Beda Docampo Feijóo, su guionista y director, también "se tocan temas con los que cualquiera puede conectar: La paternidad y el egoísmo, la atracción del dinero fácil, las amistades peligrosas, la presión de tener éxito, las vocaciones postergadas, las dificultades de encontrar una pasión amorosa y las tentaciones de los desafíos que, en apariencia, tienen mucho de improbable".
Bueno, es posible. Como es posible que también sea lo de menos.
'La maldición del guapo' se define como una elegante y pícara comedia de estafadores cuya sinopsis oficial comienza con esta frase: "Humberto, un hombre seductor y estafador a partes iguales". Humberto es seductor y estafador. A partes iguales. La película es elegante y pícara, también a partes iguales. Uno más uno son dos, y dos más dos son cuatro: 'La maldición del guapo' es una de esas películas en la que uno, como espectador, no se fía ni de su sombra. Tenga o no fundamento uno no acaba de creer, uno no deja de creer.
Así son las cosas. Y lo que tenga que suceder, será lo que suceda.
No lo habremos visto venir, tampoco nos pillará por sorpresa. Y así más o menos todo el rato. Hasta el final. Con seductora y pícara elegancia. Con un Gonzalo de Castro que como en 'Matar al padre', es el alma y corazón de una fiesta que como decía Beda Docampo Feijóo "toca temas con los que cualquiera puede conectar". De forma ligera, agradable y distendida. Con ritmo, simpatía y buen letra. Y sobre todo, tratándose de "una de estafadores", con la debida convicción que nos hace partícipes de una estafa... en lugar de víctimas.
Y bien está lo que bien acaba. Con la cartera y la sonrisa en su sitio.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex