¿Qué nos depara en esta ocasión el incansable, irreductible, irregular e impredecible Takashi Miike con 'First Love'?

Pues, según nuestro amigo Reporter, es como "volver a enamorarse, por primera vez, de Takashi Miike. El nervio del thriller criminal va de la mano del slapstick cartoon en este delirante cocktail pulp de vidas cruzadas... y salpicadas. Odisea frenética por unos bajos fondos observados a través de un humor negrísimo".

En resumen, "toda la creatividad, que no es poca, está puesta en la -brillante- ejecución de la violencia. Una delicia del cine japonés más nihilista y sofisticado a la vez", en palabras de lo dicho, nuestro ex compañero Reporter, todavía hoy en día querido aunque la vida (que es como es) lo haya alejado de nuestras filas.

'First Love' no es desde luego un vago recuerdo de una existencia que al menos, en el marco de un festival cualquiera, ya sea con f mayúscula o minúscula, se antoja condenada a ser del todo irrelevante. No es una más, una de tantas. Otra más de Miike, Ángel o Diablo según caiga la moneda que lanza al aire antes de cada rodaje.

Como buenamente nos advirtió nuestro ex compañero Reporter, 'First Love' es el re-encuentro con la versión más estimulante de un Takashi Miike que parece que ha pisado un poco el freno. Menos es más. O al menos ha hecho que hacía tiempo que no hacía: Preocuparse por una película como si fuera una de las suyas.

El prolífico cineasta japonés nunca ha dejado de ofrecer de vez en cuando títulos interesantes (a ratos o en parte), si bien la sensación es que hacía tiempo que no veíamos una película suya que hiciera honor a su leyenda... que destacara a la manera en la que 'Mandy' lo hace en la filmografía reciente de Nicolas Cage.

Una película que sin ser para nada redonda, si es altamente satisfactoria. Al menos, cuanto menos, es una película de Takashi Miike. Una de las buenas que, incluso dentro de lo difícil que es recordar cuál fue la última que hizo verdaderamente buena, se podría decir que es de las mejores. Sin ser redonda. Pero es de Miike.

Esta sí: Una historia de amor "cartoonesca" tamizada por las señas de identidad de la casa, en una inclasificable, desvergonzada, enrevesada y violenta fusión que sobre todo, funciona como un arrollador pasatiempo muy de esos años 90 en los que nos dejábamos llevar más y mejor. Siempre tan cerca, y al vez tan lejos del colapso.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex