'La fiebre de los peluches Beanie' - El agradable término (inter)medio
La última película protagonizada por un Zach Galifianakis, al que en esta ocasión cuesta reconocer, me ha traído a la memoria 'La estafa' de Cory Finley. 'La fiebre de los peluches Beanie' comparte con aquella su apariencia objetivamente inmaculada, calmada y muy atenta que parece tenerlo todo bajo control en todo momento. Una representación honesta, firme y elegante de lo que podría ser ese mal llamado "cine indie" que actúa como una vicepresidencia respecto al cine de Hollywood. Todo parece bien, todo luce impoluto.
Todo está bajo control, en todo momento.
Y todo se presenta demasiado formal, calculado e higiénico. Y también demasiado colorido, incluso idílico y puede que también oportuno. La matemática llevada al extremo de un arte dominado como si fuera una ciencia exacta. El sota, caballo y Rey que suena a la vez tan fácil como difícil, tan sencillo de infravalorar como complicado de sobrestimar. Depende. Tal vez. O no. 'La fiebre de los peluches Beanie' es una película de intachable virtud y férreo dominio audiovisual que. como aseguran los Fernández. es muy amable.
Una sencilla película que se ve de bien, fácil y cómodo. Una película muy correcta, de esas "americanas" que narran de manera afable y estilizada una historia real de éxito y nostalgia óptima para el consumo del espectador promedio norteamericano. Ese agradable término (inter)medio que te apaña una tarde y que tiende hacia una discreción que no resonará en el tiempo, pues no hay nada en particular que declarar. Todo está bien, es correcto, resulta adecuado. Buen trabajo, una palmadita en la espalda, y ale, para casa.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex