'La ballena' - Con una vez, vale
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Cuando Ingrid aprieta el gatillo sus víctimas no saben quién les ha disparado. Su habilidad para infiltrarse y desaparecer sin dejar rastro la convierte en una asesina a sueldo implacable. Pero ese poder viene de otro mundo...
La tercera película (en solitario) de Pablo Hernando tiene una cosa muy buena, y es que es fácil obviar su componente fantástico. Estar está, pero podemos hacer como que lo que la hace diferente no existe. O cómo que no importa.
'Una ballena' es un cruce entre el cine negro, el polar francés, el costumbrismo gallego y el horror cósmico. Un híbrido imposible entre 'Sicarivs: La noche y el silencio' y 'Under the Skin' deliberadamente opaco, oblicuo y hermético donde su calculado y frío esteticismo y su morosidad narrativa se pueden confundir, sin sutileza alguna con pretenciosidad, artificialidad y el capricho hueco y vacío.
Se pueden confundir, y de hecho se acaban confundiendo. Porque Hernando se queda a medio camino de alguna parte con este film estimable pero esquivo cuyo (im)paciente visionado no termina ni de recompensar ni de compensar.
Aunque 'Una ballena' tiene otra cosa muy buena, y es que es fácil hacer como que lo que la hace diferente e indigesta es, a su vez, lo que la hace diferente y tentadora. Eso no evita que resulte pesada y en efecto indigesta, pero permite que su recuerdo arraigue lo suficiente como para que nos acordemos de ella y no volvamos a caer en la tentación. Con una vez es más que suficiente.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex