'Indiana Jones y el dial del destino' - Regreso al pasado
La quinta entrega de Indiana Jones empieza mal, sin que el logo de Paramount Pictures se funda con el primer fotograma de la película. Lástima que a continuación su extenso prólogo nos deje un buen sabor de boca, siendo a la postre, quizá, lo más satisfactorio de toda la película. Lástima, porque demuestra que lo del rejuvenecimiento digital puede funcionar como, de hecho, funciona. Harrison Ford y Mads Mikkelsen de verdad parecen de nuevo jóvenes.
Parecen, pero no lo son. Algo parecido a lo que le ocurre a 'Indiana Jones y el dial del destino', película que lo intenta pero que no termina de ser. Son otros tiempos, como bien prueban unos efectos digitales que al igual que a la cuarta no le sientan del todo bien. Le falta encanto a pesar de la banda sonora de John Williams, algo por otro lado comprensible. Es muy complicado imponerse al maravilloso recuerdo de una estupenda trilogía madurado durante tantos años.
Por descontado, James Mangold intenta aparentar, y en no pocos momentos lo consigue. No es Steven Spielberg, y eso en realidad es una buena noticia como pudimos comprobar en 2008. Ahora es más fácil aceptar que se trata de un sucedáneo, un buen sucedáneo, incluso notable si lo comparamos con buena parte del cine comercial actual. Cine de aventuras de corte clásico, demasiado digitalizado pero con ese respeto de quien aun así, sabe lo que es una cámara y que los efectos están para respaldar una historia. E 'Indiana Jones y el dial del destino' tiene sobre todo un personaje.
Una leyenda. Imposible no dejarse llevar por el carisma de Harrison Ford a sus envidiables 80 años. Sin él no habría película a pesar de los esfuerzos de Phoebe Waller-Bridge por robársela o la presencia de un Mads Mikkelsen al que Hollywood sigue malgastando. Su personaje, al igual que el de la mayoría de los secundarios, no está tratado con cariño. En realidad, la mayoría de los elementos secundarios no están tratados con cariño, siendo este el principal problema de esta quinta entrega, por encima incluso de un CGI que reniega del sabor a clásico imperecedero de la trilogía original.
El principal problema, decía, es la falta de mimo y cariño por todo lo que rodea a Indi. Y eso que para variar, lo que sería el "fan service" en esta ocasión está muy bien introducido. O quizá, por eso mismo: lo importante era traer de vuelta a Indi y dejar claro que los nazis siguen siendo nazis. De ahí que se vea lastrada y sus buenas intenciones y ganas de aventura terminen no cuajando en un conjunto que podamos abrazar como si hubiera sido producido en los años 80.
Porque no, no lo ha sido. Estamos en el siglo XXI, e 'Indiana Jones y el dial del destino' es hijo de un tiempo en el que los blockbusters son menos artesanales, están menos cuidados y resultan menos eficientes. Uno pasa un buen rato. Es una película de aventuras muy digna y aunque sus dos horas y media acaban pesando el regusto final es positivo. Ahora bien, no da como para engrandecer una leyenda que al igual que en 2008 no tendría por qué haber vuelto al trabajo.
Pero lo ha hecho, y no hay mal que por bien no venga... para los que ya nos peinamos alguna cana. Para los jóvenes quizá no sea tan estimulante ver a un abuelo comportándose como si la aventura no tuviera edad, pero para los que ya la tenemos no deja de ser un más que honroso pasatiempo que a pesar de los pesares, el CGI, la sombra del legado o unos secundarios desechables, al menos sirve para recordarnos que nunca se es demasiado mayor para luchar contra los nazis.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Pero bueno, ha cumplido los creces lo que buscaba para una tarde de domingo y pese a su largo metraje no se hace pesada.