'Flora y su hijo Max' - La música es la banda sonora de la vida
La última película de John Carney es claramente una película de John Carney, cineasta irlandés que ha encontrado su lugar en la industria apostando por historias amables y de corte romántico teñidas de buenrollismo y para el que le guste, buena música. 'Once (Una vez)', 'Begin Again' y 'Sing Street' son suyas, como también lo son las dos temporadas de 'Modern Love'. El patrón es tan claro como obvias son las intenciones y coherentes son los resultados.
'Flora y su hijo Max' es otra modesta y bienintencionada película de Carney que satisfará al predispuesto y que no terminará de llenar al reticente. Parece evidente, y de hecho lo es: Carney va de frente, como no podía ser de otra manera con un título que, de acuerdo, podríamos calificar como menor. Menor, pero también cumplidor, agradable y sobre todo con encanto. Una sencilla pero eficiente melodía pop capaz de sentirse como un abrazo.
Un abrazo. Ni fuerte ni cálido, pero sí un abrazo que encaja en esa Apple que este año ha producido "cucadas" como 'Terapia sin filtro', 'Platónico', 'Un planeta extraño' o 'Noches en vela'. Aun sin ser lo más logrado de Carney ni destacar particularmente dentro de su ámbito de expresión, 'Flora y su hijo Max' cumple como pasatiempo ligero que nos hace ver el mundo con algo más de optimismo y alegría. A su favor y también en su contra, que sólo cumple.
Con una sonrisa tan amable... como a su vez, pasajera y en verdad irrelevante, merced a un "happy ending'' deshilachado. Todo sea que lo que tengamos que hacer ese o cualquier otro día sea más o menos igual de pasajero o irrelevante.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex