'Explota explota' - Nada, o algo peor que nada
Voy a ir directo a la yugular: 'Explota explota' es el tipo de película por el cual hay gente que no ve cine español. Y con más razón que un santo bendito que nos ve en el infierno (desde el cielo). Aunque hacer responsable de todos los males de una cinematografía a una sola película sea totalmente irresponsable, el término "españolada" dicho sea de forma despectiva le sienta como anillo al dedo, y como una patada en la entrepierna al pobre e incauto espectador.
Vaya, hoy parece que me he levantado con ganas de bronca.
O tal vez sea que 'Explota explota' acarreé la mayor parte de los problemas que pueda llegar a tener una película como la que es. O más bien, como la que se supone que pretende o intenta ser: Una especie de cuento musical alegre y desenfadado. Pues... ni alegre ni desenfadado, sino todo lo contrario: Una película totalmente acartonada y fuera de foco, entre sosa y rancia, sin apenas recursos audiovisuales y sobre todo, carente de ritmo y chispa.
Casi dos horas largas de película harto previsible, y también entre número y número sin que ninguno de ellos destaque, no al menos en el buen sentido. Más un puñadico de playbacks no del todo bien simulados que algo remotamente parecido a lo que hemos visto, y sobre todo que nos ha permitido vibrar en películas como 'El gran showman' o 'La ciudad de las estrellas'. La duda ofende, y la comparación... duele. Incluso molesta. Jode. Mucho.
Porque por poder, se podía haber hecho... mejor. O incluso bien.
Casi dos horas largas de una película perezosa, de sobra conocida y que se hacen muy cuesta arriba en cuanto asumimos que por desgracia, los números musicales o las canciones de Raffaella Carrà no están para acudir a nuestro rescate, sino para poner otro clavo en el ataúd (coronado por ese cameo tan tristemente fugaz). Ni siquiera su vago intento por parecer kitsch nos libra de la sensación de haber sido rodada en un Ikea chino de todo a 100.
Por si fuera poco, su torpeza audiovisual unido a su simpleza argumental y a la nula credibilidad de su narrativa, convierten lo que presuntamente pretendía ser una oda a la libertad en algo hueco y futil, incluso reaccionario y retrógrado. Al igual que en 'La llamada', su postureo progresista envuelve un arcaico mensaje, por monosilábico y estúpidamente manipulador, si bien y a diferencia de dicha película de 2017, aquí no hay nada que nos rescate.
Nada. Nada que no acarreé algo menos, o algo peor que nada.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
A ti, especialmente.
Un 5.