'Akelarre' - Quedarse sin aire (que respirar)
'Akelarre' entra en la categoría de "tanto me prometes que al final tan poco me das", algo que aunque lo parezca difiere sensiblemente del más socorrido "va de más a menos". Al igual que ocurría con 'Eva no duerme', Pablo Agüero comienza tirando muy fuerte para quedarse sin fuerza justo cuando asoma la línea de llegada, en donde sobra decir se decide el ganador de cada etapa y los golpes sobre la mesa retumban por toda la sala.
Bien jugado y disputado, pero lo sentimos, otra vez será. Cuando más debía apretar, es cuando precisamente Agüero deja que la victoria se le escape de entre las yemas de los dedos, en un clímax por demás siempre complicado de enfocar que no logra sortear ese ridículo para el que tan a menudo, como es el caso, parece que ha sido convocado. O como cuando un serie de sustos fallidos transforman un 'Scream' en una 'Scary Movie'.
Agüero juega bien con la incertidumbre y los prejuicios durante una hora, hora larga de metraje en lo que bien podría haber sido una obra de teatro. Una confrontación esencialmente dialéctica, que se crece con el don de la palabra y que a pesar de su estatismo, logra macerar aquello del "beneficio de la duda", algo esencial cuando se trata de confrontar lo que sabemos con lo que no sabemos pero quién sabe, tal vez podría ser... o tal vez no.
Hasta que como aquel que dice, se recorre "el trecho" entre el dicho y el hecho. Como si en su momento, para entendernos, hubieran decidido visualizar el final de 'The Leftovers' en lugar de fiarlo a la palabra de Carrie Coon. El mito se evapora, la duda se pierde y el relato se ahoga en su propia salsa. Y lo que hasta ese momento era un intrigante e incómodo cuento -por cuanto se ve y no se ve- queda desnudo ante su propia mortalidad.
Ante su propia vamos a llamarlo, condescendencia para consigo misma. Una huida hacia delante que lejos de honrar a lo previamente elaborado, la condena a ese "tanto me prometes que al final tan poco me das" que decíamos al principio. A perder la etapa en un sprint que siquiera llega a disputar, tan convencida de una victoria que al final sólo estaba en su cabeza, no en sus piernas. Bien jugado y disputado, pero lo sentimos, otra vez será.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex