'El hijo zurdo' se posiciona sobre la fina línea que a veces separa una película de una serie para valerse de ambos, siendo especialmente destacable la intensidad dramática que subrayan los 20/25 minutos de cada uno de sus seis episodios. En torno a dos horas de un melodrama vigorizado mediante seis cortes que lejos de fraccionar o apaciguar, le aportan solidez y nervio a un conjunto acompasado y definido a golpe de clímax emocionales.

Sin tiempo que perder, ni tiempos muertos. Cada final y principio de episodio es una oportuna pausa que reconduce nuestra atención hacia una historia construida mediante capas que episodio a episodio, se van apilando unas encima de las otras. Con giros que derivan de emociones y surgen a partir de los conflictos de los personajes, estando resuelta de manera igual de visceral y electrizante que una de acción con hondonadas de hostias.

El propio Rafael Cobos lo define como "inyectar las herramientas de un thriller a de un drama humano" que aborda con nerviosa templanza la complicada relación de una madre con su hijo, la inesperada relación de amistad entre dos mujeres de mundos muy diferentes, el a menudo difícil equilibrio entre las responsabilidades como padre y persona, o la búsqueda de una segunda oportunidad. Todo ello mezclado, no agitado de manera punzante y emotiva.

De manera franca y directa, siendo 'El hijo zurdo' un estupendo ejemplo de guión donde cada punto y coma sirve a la causa con la eficiencia de un francotirador profesional. Una causa noble plasmada en la pantalla con enérgica y concisa determinación, a menudo también con virulencia, dando pie a un vibrante thriller emocional sustentado por impulsos a flor de piel que nunca llega a romperla para así poder estar siempre a punto de hacerlo.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex