'El hijo' - Malparido
Debutar con una película tan redonda y contundente como 'El padre' es un caramelo envenenado que además pone el listón muy alto desde el primer minuto. Sorprender cuando nadie te conoce y nadie está esperando nada en particular de ti es relativamente fácil; hacerlo cuando te están viendo venir y apuestan por tu nombre más que por la película, no tanto. A menudo porque se espera de ti más de lo mismo, casi siempre porque se exige algo que sea como mínimo igual de bueno.
'El hijo' ni es 'El padre' ni parece formar parte de la misma familia, siendo que podrían pasar por ser dos películas de cineastas distintos. Ni es el mismo tipo de película, ni sobre todo es igual de redonda o contundente. Es más... como una sombra, o como un fantasma. Una producción más convencional y mucho menos intensa. Pero ante todo es una obra que parece divagar de continuo por lo difuso y confuso de su planteamiento, de su desarrollo y en especial de su punto de vista.
Difuso, confuso. Y también tramposo y ya puestos ampuloso, que rima. Es una mera sucesión de conversaciones deslavazadas que en su conjunto pretenden apelar a la emotividad, casi por combustión espontánea. Porque sí. A diferencia de lo que sucedía en 'El padre', la puesta en escena de Florian Zeller aquí se muestra plana e inerte, haciendo que su vago, superficial y evidente argumentario no cobre vida a través de una sucesión banal y en apariencia aleatoria de escenas.
A pesar de los esfuerzos de un reparto que nunca encuentra el tono, en gran parte por los bandazos derivados de su insistencia en golpearse contra un muro. Zeller parece que ha filmado su propio guión de manera rutinaria, sin molestarse en intentar entender o indagar en cualquier subtexto. Puede que sobre el papel o sobre las tablas 'El hijo' sea algo... más. Pero sobre la gran pantalla se arrastra con la frustración de ser un proyecto al que no se le ha encontrado el punto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex