'El Cid' - Bort
'Conquistadores: Adventum' supuso un antes y después en lo que a la ficción histórica española se refiere, quedando como el gran referente moderno con el que comparar cualquier otra producción que pueda venir después, televisiva o no. Era la primera vez, desde que tengo pelos en partes dónde antes no tenía espíritu crítico, que veía una ficción española de este estilo que me la creía. Que parecía "de verdad", y no una acartonada representación teatral de gusto apolillado.
Es y sigue siendo, además, una serie cojonuda, por cierto.
Desde entonces la ficción histórica española, apoyada sin duda en la proyección internacional de la lengua castellana, ha cogido confianza y ha empezado a explotar el género con mucha más intención y sobre todo, más ambición. Pero, si bien series como 'La catedral del mar', 'Hernán' o la reciente 'Inés del alma mía' lo han intentado, ninguna, salvo si acaso la protagonizada por Óscar Jaenada, han estado cerca de poner un vaso de Starbucks sobre la mesa.
'El Cid' partía con la expectativa de poner dicho vaso sobre la mesa, pero también se ha quedado con las ganas a pesar de, seguramente, ser la que en apariencia más cerca ha estado -durante medio capítulo- de simular ser algo parecido a 'Juego de tronos', ese sueño húmedo. Algo que no es necesariamente el cumplido que parece ser, cuando de lo que hablamos es de una serie histórica y no de una fantasía dónde por poder ser, cualquier cosa puede ser.
A decir verdad, suelo ser poco tiquismiquis con estas cosas, pues mis conocimientos son tan limitados como para afirmar que lo único que puedo garantizar que sé es que no se nada. No suelo pedir excesiva fidelidad cuando es por el bien de una determinada causa, pero sí un cierto grado de respeto y credibilidad: La historia no deja de ser la que es aunque no sepamos exactamente cómo fue. Pero en 'El Cid' la sensación es que han hecho, un poco, lo que han querido.
Como si fuera la marca blanca de aquel Aquiles de Brad Pitt.
Los hechos principales con los que se cruza el protagonista, como en 'Forrest Gump', están ahí; pero al igual que en la citada película protagonizada por Tom Hanks, todo lo demás parece ficción. Una ficción por demás ajustada a la edad del pavo con la que series como 'La casa de papel' han quemado tanto papel; como el de las páginas de los libros de texto que parece que nada tienen que hacer ante el glamour y el postureo de Instagram, Tik Tok y similares.
Era por otro lado de esperar, con la figura de Rodrigo Díaz de Vivar convertida en algo más cercano a un alumno revoltoso de Las Encinas que a un bravo militar mercenario. Con ello 'El Cid', en esta su primera temporada de apenas cinco episodios de una hora, pierde casi cualquier oportunidad de hacerse respetar salvo durante la reproducción de la batalla de Graus en su tercer episodio, el momento en que se ve que ha costado algo de pasta.
Y que a pesar de todo, esto ni es 'Hispania' ni tampoco 'Imperium'.
El único momento, por otro lado, en el que luce (o se luce) una serie que carece de la elegancia audiovisual, la madurez argumental o el temple narrativo de por ejemplo 'La peste'. Lejos de la historia con mayúsculas en la que se escuda de vez en cuando, 'El Cid' se diluye y/o se enfanga en un desarrollo conspiranoico de sobremesa demasiado rutinario y predecible que tiende por acallar, casi por vocación,todas las posibles vías que podrían darle algo de vida.
Algo de vida a una función y a un protagonista de una sola pieza.
Esa vida, pasión y energía que 'Conquistadores: Adventum' tenía para dar y tomar no la encontramos en 'El Cid', de vestimenta lejana pero de apariencia demasiado próxima, en palabra y compostura. Como si no hubiera pasado el tiempo, en una ficción que acaba teniendo (o queriendo tener) más en común con 'Juego de tronos' que con una historia, la de España, que como si fuera el mantel de un picnic a la vera de uno de esos castillos a lo "torito de Osborne".
Uno "de esos fondos" que ya parecían estar en ruinas entonces y que acoge una ficción histórica con pinta de ficción que de historia propiamente dicho, más bien poco. Y eso que no soy tiquismiquis: No me pregunten por las espadas o los estandartes. Igual 'Conquistadores: Adventum' tampoco era especialmente fidedigna a las 300 versiones sobre lo que nunca quedó registrado en vídeo, si bien cada plano parecía que hubiera costado sudor, sangre o lágrimas.
Es y sigue suponiendo, por descontado, una diferencia notable.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex