Según está descrita de manera oficial, 'El canto del cisne' es un viaje potente y emotivo contado a través de los ojos de Cameron, amante esposo y padre de familia al que diagnostican una enfermedad terminal, y a quien su médico ofrece una solución alternativa que podría evitarle a su familia el dolor del duelo. Mientras Cam decide sobre si debe alterar o no el destino de su familia, aprenderá más sobre la vida y el amor de lo que jamás hubiera imaginado.

Ambientada en un futuro cercano, la película pretende explorar hasta dónde podemos llegar, y cuánto estamos dispuestos a sacrificar para hacer que la vida de las personas que amamos sea más feliz. Una producción que recuerda a títulos como 'Ex_Machina' por su hábil y práctico manejo de los efectos especiales y el inteligente uso tangencial de la ciencia-ficción; también, por su aparente discreción envuelta en un aliento de trascendencia.

En este caso de clara vocación melodramática y sentimental, buscando siempre que puede hacer mella en el corazón del espectador más receptivo. Con delicadeza, elegancia, algo de meticulosa frialdad reflexiva y la indispensable complicidad de un Mahershala Ali tan contenido como expresivo, fiel reflejo tanto de sí mismo como de una película espartana y muy en la línea de lo que asociamos a Apple como marca. Simpleza, minimalismo, tipografía clara.

Básicamente, 'El canto del cisne' es "música de cámara". Una obra con tintes teatrales (muy) centrada en esas no tan pequeñas cosas que hacen que la vida sea algo que merece la pena vivir... y que otros vivan. Un bonito, acicalado y a la postre muy honesto y educado drama levemente fantástico elaborado con suave y mesurado humanismo donde la tecnología, siempre al servicio de la historia, sirve para reconectar con lo que nos hace ser seres humanos.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex