Cuando acaba 'Demonic' hay algo que llama poderosamente la atención: Leer el nombre de Neill Blomkamp en los créditos como guionista, director y productor. Un cineasta que empezó con 'District 9' apuntando unas buenas maneras que se han sumido en la mierda con su última película, a falta de un término mejor, una "cagada" aún mayor (aunque menos dolorosa) que la de la nueva película de 'Resident Evil'. ¿Pero qué coño...?

Raro encontrar a alguien "respetable" dirigiendo algo como 'Demonic', una producción fallida (o inoperante) a casi cualquier nivel posible. Resulta evidente que el cineasta sudafricano no tiene ni idea de cómo proceder o qué hacer con esta vaga idea a medio cocinar. Un "idea" que debería de haber sido relegado a nada más que uno de los cortometrajes de Oats Studios con los que por otro lado, nunca ha llamado la atención.

Si bien Blomkamp nunca ha brillado como guionista, al menos sus tres películas anteriores tenían muy claro de que/a que iban y un acabado audiovisual de primerísima categoría. No es el caso de esta 'Demonic', de la que a diferencia de aquellas emana una sensación clara de sudapollismo. Como si Blomkamp se hubiera visto obligado a rodar "algo", cualquier cosa, de una semana a otra para que no le echasen de casa.

La sensación viene a ser esa. Una película de supuesto terror que ni da risa por accidente y que se ahoga en su torpeza, incapaz de sacar provecho a uno solo de sus elementos. Un desastre apático e impersonal que parece improvisado sobre la marcha y peor aún, rodado por alguien sin talento ni ganas (o vergüenza) siquiera de intentar disimularlo. Alguien que suena a broma pesada que sonase para dirigir una de 'Alien'. O de 'Robocop'.

Alguien que parece mentira que haya dirigido 'District 9', 'Elysium' o en mucho menor medida 'Chappie'. Cuanto menos hasta ahora Blomkamp había sacado provecho de los efectos visuales, mantenido la compostura o evidenciado un claro respeto por el género. Todo eso se pierde en 'Demonic', un acercamiento al cine de posesiones demoniacas que para entendernos, parece hecho por Uwe Boll en uno de sus peores días.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex