Una suerte de libre interpretación postapocalíptica del 'Rascacielos' de J. G. Ballard que le sirvió de base a Ben Wheatley para su 'High-Rise'. Eso es a grandes rasgos 'Concrete Utopia', película que a su manera también recuerda a producciones como 'The Walking Dead'. Pero sin zombis, eso sí.

El mundo se ha ido a la mierda. Nadie sabe cómo ni por qué. Simplemente ha pasado. Pero un edificio, milagrosamente, permanece en pie. Y a todo buen hijo de vecino le surge la misma duda: abrirles o cerrarles la puerta a los de fuera. La supervivencia es lo primero, pero nadie puede sobrevivir solo...

'Concrete Utopia' es una alegoría repleta de dilemas morales que se desarrolla con paso firme y decidido. Es probablemente lo que más destaque de ella: su firmeza y decisión. Um Tae-hwa tiene las ideas claras y la película, bien construída, no titubea a la hora de ofrecer lo que quiere y se espera que ofrezca: una distopia catastrófica sobre cómo el hombre es un lobo para el hombre.

Una sólida distopia catastrófica convincente y siempre interesante cuyo único "pero" relevante es la sensación de sentirse "limitada" y/o "contenida" por su condición de menú del día. De estar "apretada" en poco más de dos horas que no le permiten explotar del todo sus posibilidades: las de un mundo más grande que sólo se nos ha mostrado -por necesidad- de manera tangencial.

Esto es, de ser un filme que no ambiciona expandirse más allá de lo estipulado en un género al que rinde honores y que en cierto sentido, acaba siendo prisionero de sí mismo, de su necesidad de mantener un cariz relativamente institucional que abarque el mayor espectro de público posible. 

No por ello 'Concrete Utopia' deja de ser una estimulante y satisfactoria propuesta, más a mitad camino de lo "litúrgico" y de lo "explotation" se encuentra en un punto de cómoda y efectiva solvencia en el que gustará en proporción inversa a las palomitas que hayan sobrevivido a la experiencia.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex