Una película agradable. Eso es lo que es 'Brian y Charles', aunque por su premisa, planteamiento y comienzo cabía esperar (o tal vez soñar) una película que fuera algo más que "agradable". Algo más que simplemente agradable, que no es ni mucho ni poco.

Y es que 'Brian y Charles' no es ni lo suficientemente divertida ni tampoco lo suficientemente emotiva como para ir más allá de, lo dicho, ser una película agradable que se ve bien y fácil, con una acomodada e inocente sonrisa en la boca que aguanta hasta el final.

Que no es ni mucho ni poco, pero insuficiente para que cuando se acabe y pongamos que diez días después, los que puede durar un festival de cine como el de Sitges, podamos acordarnos de ella y revivir aquel lugar feliz sin algún tipo de ayuda externa.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex