'Ámsterdam' - Ir a perderlo... y perderse
Voy a empezar la casa por el tejado: 'Ámsterdam' no termina de funcionar. Y es más por una cuestión de medida que de enfoque. David O. Russell pretende hacer algo así como una de esas películas que hacían los hermanos Coen en los 90 tirando del manual de Christopher Nolan: contar con un nutrido grupo de caras conocidas que aligeren la narrativa con una identificación y definición rápida y fluida. Porque el cine de Nolan es rápido y fluido, lo que no es 'Ámsterdam'.
¿Y por qué no lo es? Pues porque Russell se entretiene demasiado con unos secundarios a los que les da tiempo en pantalla, pero no la personalidad o diálogos que son capaces de darles a los suyos los Coen. Esa práctica simplicidad para permitir que John Goodman o John Turturro te puedan robar la película con tan sólo cinco minutos en pantalla. Lo intenta, pero al mismo tiempo no lo intenta porque, además, está claro, 'Ámsterdam' no deja de ser una película... seria.
O sea, su ambición claramente es ser algo más que una comedia de paso. Las ínfulas de ser lo que vamos a llamar "una película de Oscar"; esa sensación por la cual el arte no surge de forma natural, sino que está obligado a serlo. Esa sensación de la que es presa y que no la permite soltarse, habiendo contraído por el camino una serie de deudas que acaban pesando a lo largo de sus excesivas dos horas y pico de metraje; la más clara, que no sabe cómo terminar.
Una huida hacia adelante donde tiene que haber espacio para secundarios con nombre que a la larga, acaban perjudicando antes que beneficiando a la película. Su saber estar puede ser incuestionable, pero sus respectivas aportaciones como "guest star" se quedan muy por debajo del nombre que les da de comer. La mayoría están ahí por estar, "de paso", simulando estar disfrutando de algo por lo que en realidad, parece, sólo les están pagando muy bien.
Por no mencionar que todo lo que aportan Christian Bale y Margot Robbie casi te lo resta John David Washington, algo así como meter en un mismo saco a Cristiano Ronaldo, Leo Messi y Julio Salinas. Los dos primeros sostienen, pero no levantan una película con sobrepeso y claros problemas de ritmo, guión y montaje, haciendo lo que pueden... salvo magia. En realidad, como todos. Lo que pueden. Como cuando el perdedor alega haber hecho "lo que ha podido"...
... mientras Nolan se va a follar con la reina del baile. 'Ámsterdam', de esta manera, acaba siendo algo así como una pequeña y simpática película de 100 minutos atrapada en "una película (que sueña con ser) de Oscar" de más de dos horas que menoscaban sus virtudes. Como por ejemplo un generoso presupuesto (para una lujosa ambientación) o un reparto de campanillas con el que hay quien habría hecho magia. Pero Russell sólo ha hecho una película. Imperfecta.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex