Dos críticas por el precio de una: 'Aprendiendo a conducir' y 'Asesinos inocentes'
'Aprendiendo a conducir' es según pone en sus correspondientes créditos la nueva película de Isabel Coixet. Habrá que creérselo pues mentir no tiene sentido. Al contrario: la verdad os hará libre. Aunque para el caso como si la función hubiera empezado con el logo de Fox Searchlight y la frase "del estudio que te trajo 'Juno', 'Pequeña Miss Sunshine' y todas las demás", en una de esas producciones que combinan drama y comedia en la medida justa para entretener sin ofender a ninguna religión ni ser susceptible de ser penado por ninguna ley, dejando lo generoso de un merecido aprobado en manos de lo simpáticos que nos caigan sus dos protagonistas.
De hecho, es tal lo ajustado de su montaje que incluso da la sensación de que, quién sabe, podría tal vez haber sido remontada (y/o salvada en la próloga, si lo prefieren). Importar importa poco, como poco importa lo que pudo haber sido si no es lo que es. Como filme de encargo está bien resuelto, como cinta industrialmente independiente da el pego, y aunque no ofrezca nada que uno le vaya a contar a sus nietos durante el trayecto de la jubilación al asilo, pues como que funciona sin que merezca la pena resaltar pequeños "apuntes" que pongan en duda la sonrisa que ofrece este paquete de 90 minutos que no dejan con ganas de más.
Nota: 6,0
'Asesinos inocentes' aparenta ser lo que es en apariencia: un thriller repleto de giros y de corte juvenil al que podemos tildar, si nos place, de vehículo "comercial" con un trazado artístico en apariencia apaciguado. Las apariencias engañan. O puede que seamos nosotros los que nos engañemos. O nos queramos engañar, según el momento, el lugar y la santa providencia. Y en apariencia, pero puede que no sólo en apariencia, 'Asesinos inocentes' cumple con la promesa de, con sus pros y sus contras, rendir tributo como filme más o menos efectivo. Para con sus propias intenciones, para con sus propias aspiraciones. Y de paso, para con el espectador... pues como que también.
Y eso a menudo parece que molesta, que un filme pueda resultar tan elocuente y entretenido, así, sin necesidad de innovar, gritar, tirar de amigos o disfrazar su discurso de una trascendencia no necesariamente bienvenida sin, por ello, inmiscuirse en la grosería, el mal gusto o la tontería gratuita. Aunque posiblemente hay un poco de todo el debut de Gonzalo Bendala, como ópera prima que es, presenta algunas inoportunas imperfecciones pero, en suma, funciona. Y además luce, a pesar de Maxi Iglesias, como una producción verdaderamente cinematográfica y de un acabado formal a prueba de españolismos del tercer mundo (audiovisual). Aunque parezca que haya que tildarla de "populista" para poder decirlo en voz alta.
Nota: 6,0