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'Vals Con Bashir': Fantasmas del pasado

Vía El Séptimo Arte por 19 de febrero de 2009

El director de cine Ari Folman se reúne con un viejo amigo en un bar. Éste le cuenta que desde hace años sueña cada noche con que veintiséis furiosos perros le persiguen. Después de meditar mucho, ha llegado a la conclusión que la pesadilla está directamente relacionada con la experiencia militar que ambos compartieron hace más de veinte años. En 1982, el estado de Israel entró en guerra e invadió parte del territorio libanés. Allí debía estar él, pasando los días en las cercanías de Beirut... pero lo más curioso es que Ari no logra acordarse de nada concerniente a su participación en el conflicto. Preocupado por ello, se reunirá con antiguos compañeros de armas para escarbar en sus recuerdos.

'Puede que hayamos acabado con el pasado, pero él no ha acabado con nosotros.' Con esta premisa arrancaba Paul Thomas Anderson una de las muchas reflexiones que se plasmarían en aquel maravilloso 'accidente' (citando al propio cineasta) titulado ‘Magnolia’. Lo que suponía una partícula en aquella compleja tragedia coral urbana, en ‘Vals con Bashir’ es el eje central de la trama. Sorprende, pero a la vez hay que ver con buenos ojos -y más en estos tiempos-, el hecho de que Israel haya elegido este filme para representarle de cara a los Oscar. Sorprende por ahondar Ari Folman en un capítulo negro de la historia de su país (la invasión parcial del Líbano y la posterior matanza de palestinos en los campos de Sabra y Chatila). Y hay que verla con buenos ojos por suponer una recuperación de un pasado que no debe olvidarse.

Porque más que meter el dedo en la llaga reclamando responsabilidades históricas (que innegablemente lo hace), Folman nos habla de la preocupante facilidad con la que se pierden los recuerdos, ya sea para tratar de mantener la cordura, ya sea para eludir el peso de la culpa. A lo largo de esta película autobiográfica, el director busca como alma en pena los fragmentos; las piezas que componen este caprichoso rompecabezas llamado memoria. Un tema que da pie no sólo a reflexiones psicoanalíticas, sino también filosóficas y políticas. Esta mezcla de conceptos con la guerra como telón de fondo produce un efecto chocante, a la vez que configura un conjunto que invita a la reflexión.

Chocante también o por lo menos rompedora es la animación usada para narrar esta visita de los fantasmas del pasado. Aunque recuerde vagamente al estilo del que se sirviera Richard Linklater para sus ‘Waking Life’ y ‘A Skanner Darkly’, estamos aquí ante un concepto radicalmente nuevo. Nacidos de la unión entre animación Flash, la clásica y la 3D, estos dibujos no logran insuflar a los personajes toda la vida que se desearía, pero por el contrario van sobrados de poder para crear escenas oníricas. En éstas se muestra de forma sorprendente el horror, el delirio y todo el sinsentido que encarna cualquier conflicto bélico (véase la secuencia que da título al film). Algo que con cualquier otro tipo de animación habría perdido fuerza, ya que ficción y realidad no se hubieran podido con tanto acierto.

Justamente ahí está el gran triunfo de ‘Vals con Bashir’. Al igual que en una terrible pesadilla, uno no sabe cuándo empieza lo verdadero y cuándo empieza lo inventado. Ambas partes se fusionan en un todo desgarrador que a través de un discurso con tono autocrítico remueve conciencias y a la vez hace que se pase por alto la falta de ritmo en algún que otro tramo de la cinta. Un pequeño defecto que se justifica con aquello de “gajes del oficio”. Nimiedades al lado del objetivo que incansablemente persigue Folman: la preservación de la -cada día más frágil- memoria.

por Reporter

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