Buscador

Twitter Facebook RSS

'Una canción para Marion': Sonríe, que son dos días

Vía El Séptimo Arte por 25 de julio de 2013

Dicho sea de forma directa, que no hay tiempo que perder y la edad no perdona, 'Una canción para Marion' es una más del cada vez más relevante subgénero cinematográfico que forman títulos como 'El exótico Hotel Marigold' o 'El cuarteto', el de un tipo de filmes amables, alegres y adultos que podríamos definir, de forma muy sucinta (y sin acritud), como "cine de y/o para viejos". O dicho de otra manera, el tipo de cine que se diría que uno recomendaría principalmente a sus padres, público fiel a las buenas causas, y quienes a buen seguro se quedarán más que satisfechos con lo ofrecido por una producción tan efectiva... como cualquier otra. 'Una canción para Marion', como todos los de su especie, viene a ser un modesto y humilde filme en espíritu, maneras, ambiciones y resultados cuyo principal argumento de cara al público es la solvente labor de su inmaculado reparto. Y como todos los de su especie, corto y pego lo dicho en relación a otra de su especie, 'El cuarteto', el pasado mes de enero, perteneciendo ambas a una derivación cinematográfica marcada por un tono claramente optimista, y que casi siempre se vale del sentido del humor como revulsivo contra los achaques de la edad; situado a mitad de camino y con amabilidad entre la ligereza del carpe diem y el poso emotivo que deja toda una vida por detrás; de un aspecto formal elegante pero más bien sencillo, práctico y sobre todo dinámico; de argumentos particularmente tan simples, directos y sinceros que casi siempre definen la palabra "tópico".

'Una canción para Marion', como lo era el citado filme de Dustin Hoffman, es básicamente todo esto, un filme amable, ligero e incluso meramente alimenticio cuyas pretensiones encuentran un resultado afín tan discreto como perfectamente válido. Ni nada memorable ni tampoco nada que moleste salvo, si acaso, la posibilidad siempre manifiesta de que con los mismos mimbres y más intenciones el resultado podría haber ganado en rotundidad, de paso que perdía parte del convencionalismo inherente de quien sólo tiene un as bajo la manga, el de la franqueza argumental. Paul Andrew Williams ni amaga con salirse del encuadre ni con dejarse notar de alguna manera en su muy discreta labor, dándoles margen de sobra a su reparto para que disfrute de la función de paso que nos obligan a esgrimir la consabida sonrisa de rigor en base a su eficiencia tragicosimpática.

Precisamente esta palabra, eficiencia, es lo que vendría a resumir perfectamente un filme simplemente eficiente, que cumple a la hora de entretener con una sonrisa en la boca y sin complicaciones, y que si bien no marcará ningún antes ni después los amantes de este tipo de cine sencillo, optimista y amable, ya tengan más o menos años, ya lo vean desde abajo o desde arriba, encontrarán motivos para salir satisfechos de la sala. Tal vez no demasiado dado que el filme, en última estancia, quizá abuse de ser precisamente demasiado deudor de sí mismo, de caer de forma demasiado deliberada en las redes de lo predefinido sin amagar en ningún momento por sorprender, desaprovechando otras posibles alternativas, entre ellas hacer de sus canciones un argumento más sólido. Puede ser, tal vez, pero a caballo regalado no le mires la sonrisa.

Nota: 6.5

Por Juan Pairet Iglesias

< Anterior
Siguiente >