'Truman' - Lo importante es participar
Hay quién piensa que la amistad es como una relación de pareja que hay que cultivar día a día. Y en algunos casos es posible que así sea. Como también es posible que en dichos casos la mencionada amistad no sea tan fuerte como el día a día nos puede llegar a hacer creer. No hay más que ver como compañeros en apariencia inseparables se olvidan mutuamente en cuestión de horas con un simple cambio de trabajo, sin una razón externa que una sus caminos de forma desinteresada y fortuita. Es triste, pero es así por mucho que Whats App, Facebook o Twitter tiendan a relativizar las distancias y los lazos afectivos del mundo entero haciéndonos creer que una amistad, una auténtica amistad, es similar a encender y apagar un ordenador.
Da la sensación de que el séptimo largometraje de Cesc Gay se ha concretado con poco más que el piloto automático. También, que se encuentra tan por encima de la media que se basta como para defenderse por sí mismo sin necesidad de mediar interptretación interesada alguna. Es la sensación compartida y predominante que emana de un filme que, en apariencia, ni resulta particularmente llamativo ni da la sensación de ser "gran cosa". Como la vida misma dónde lo más emocionante (de puertas afuera) suele ocurrir, por lo general, en una pantalla de televisión. Lo que vemos, básicamente, son los tics contenidos de Javier Cámara acompañados de un Ricardo Darín humildemente colosal. Entre ambos algo que va más allá del talento, la química o la pantalla. Esto y el fantasma de la muerte, de una relativa fatalidad omnipresente.
De esto parece que trate la película, de cómo lidiar con la pérdida. De esto y de cómo no renunciar a la dignidad a la hora de abordar dicho tema, al tiempo que Gay, en su doble faceta de guionista y director, ofrece una lección sobre como abordar con igual dignidad un tema tan potencialmente farragoso. Sin estridencias, ni subrayados, ni lecciones. Y en realidad, con pocos ánimos hacia la posteridad en virtud a un enorme sentido de cotidianidad. De naturalidad. De honestidad. Y de franca humanidad. Cesc Gay hace de la complejidad de las relaciones humanas algo cercano, sencillo. Algo real, tangible. Porque parece, da la sensación de girar en torno a la pérdida cuando en realidad, esa misma sensación, es que la realidad no es una etiqueta con la que ser identificado en un mundo eminentemente virtual.
Apoyándose en su infalible dirección de actores y la presencia, talento y sobre todo química y respeto que sus dos puntales comparten, sin duda, a ambos lados de la pantalla, construye una muy accesible pero no por ello complaciente reflexión sobre la feliz amargura que supone vivir. Porque el dolor de la pérdida sólo se puede experimentar si hay algo que perder. De esto va realmente la película. De como en 'Truman' drama y comedia dejan sus diferencias aparte para hablar de la vida. Tal cual, y en aquel lugar que puede ser maravilloso, y en donde dos auténticos amigos sólo necesitan estar juntos 5 minutos para que estos valores tan intangibles que configuran lo que comúnmente conocemos como amistad cobren vida. De forma genuina, innata, natural. E incluso con la misma irrelevancia e insignificancia que supone ser uno de entre 7 mil millones de habitantes.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Me lo has recordado: http://goo.gl/F7YDcR
Pd. Debería de ser de las que más se beneficien de la Fiesta del Cine.
Que suerte de amigo. Que suerte de intérprete. Nota: 6,5.