Disney ha vuelto y hay que decirlo, ha vuelto fresco y apostando por la vieja fórmula que tan buenos resultados le ha dado. Animación, música, personajes entrañables y una moralina que se siente por todo el auditorio son sólo algunos de los ingredientes que esta nueva princesa de Disney trae consigo.
La princesa en esta ocasión es Tiana. Una chica afroamericana de Nueva Orleans que en el color de su piel trae todos los prejuicios que Disney no termina nunca de manejar bien. La importancia de tener una princesa de raza negra ha sido discutida desde que se Disney se atrevió a romper sus normas e ir por el multi-racialismo. No sorprende que haya cambiado de profesión desde la concepción del arte y que cada uno de los personajes estén diseñados para tratar de no ofender de ninguna manera a la audiencia a la que va dirigida. Pero a pesar de las buenas intenciones, el esfuerzo se nota y se nota tanto que termina afectando el producto final. El racisimo tiene dos caras y aquí se peca de hacer una segregación que sólo muestra que las diferencias (aunque la balanza se cargue ahora del lado del que nunca ha estado) en Estados Unidos no se han superado.
Pero sea por la razón que sea, el personaje más flojo es precisamente Tiana, quien es rescatada por un Sapo y un villano que roban cámara con sólo sonreír. Por su lado el Sapo es carismático, alegre y con una personalidad que conquista a todos y cada uno de los presentes, la animación juega a su favor en todo momento. Y para no variar el villano es todo lo que se podía pedir de un villano de Disney. Acompañado de esa magia negra africana llena de cráneos, sombras y vudú, los espectros juegan a su favor. Su cinismo sólo es comparable con una sombra (tipo Peter Pan) que no dejamos de ver mientras se hace presente.
Los personajes incidentales son precisamente eso. Aparecen poco, cocodrilos, luciérnagas, cazadores y muchos más sólo son un pretexto para entregar rutinas que son excelentes pero nos quedamos con ganas de más de ellos. Cada uno es agradable para la vista, para los niños y para los no tan niños, Disney se cubre de gloria con todos sus personajes exceptuando uno. La princesa en su personaje de rana no convence, es poco tierno siempre ambivalente entre humano y anfibio. La música por su parte es de lo mejor que ha presentado Disney. A ritmo de jazz y hip hop nadie puede evitar ir agarrando ritmo y disfrutando con los personajes. El desfile de voces y referencias a los ritmos afroamericanos es evidente y a nadie disgustan.
Finalmente el producto es muy aceptable, disfrutable y por demás entretenido. Disney explota sus rutinas, lugares comunes y valores morales de una manera magistral. La nueva princesa entra con bombo y platillo en el abanico de princesas básicas. Por su parte el filme nos hace confiar de nuevo en estas producciones que sin buscar demasiado logran hacernos recordar los buenos tiempos de la niñez.
por Jalex