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'Terraferma': Veranito mediterráneo

Vía El Séptimo Arte por 27 de julio de 2012

En un lugar dejado de la mano de Dios, un padre contempla impotente cómo su familia se consume lentamente por el hambre. La cosecha de este año no ha podido crecer de ninguna de las maneras al cebarse el clima seco de su país -ahora extremadamente árido- con las semillas de una esperanza cada día más débil. No han ayudado demasiado a mejorar su situación la serie de conflictos causados por el control sobre unos recursos naturales que él jamás será capaz de adquirir. La corrupción e inoperancia de su gobierno fueron el último empujoncito que necesitó este padre de familia anónimo para coger sus pocas pertenencias de valor y emprender un viaje de no retorno hacia una tierra tan lejana como extraña, pero también hacia la promesa de un lugar mejor.

El problema es que para llegar a ese paraíso terrenal, tiene que asociarse con la peor calaña de este planeta, y claro, en un momento del viaje, ya es incuestionable que las medidas de seguridad nunca han figurado entre sus prioridades. El intento de barca en el que iban va a la deriva, y una vez más, sus compañeros de travesía van muriendo de hambre. Es el momento ideal para hablar de los otros protagonistas de la tragedia. En una isla perdida en el Mediterráneo, una familia sobrevive a base de los raquíticos -y menguantes- ingresos que les proporciona el que tradicionalmente era el único modo de subsistencia conocido por su comunidad. Hay nuevas generaciones que se empeñan en querer ver otras vías, pero seguirlas sería traicionar a sus ancestros, incluso traicionar a la tierra que tanto aman.

Ambos escenarios, el de los emigrantes y el de los pescadores, chocan de la peor de las maneras. Un día como cualquier otro, en plena recolección de pescados, la vieja carraca del abuelo topa con una embarcación llena de gente mal nutrida que no habla el idioma isleño. Un encuentro tan fortuito como a la postre trascendente, es el que da inicio a una obra sobre las raíces, sobre el diálogo -tenso- entre distintas generaciones y entre distintas culturas, y sobre la influencia -a veces positiva y otras nociva- entre ellas. Así se nos presenta 'Terraferma', nuevo trabajo del italiano Emanuele Crialese, gracias al cual consiguió hacerse con el Premio Especial del Jurado en la última edición del Festival de Cine de Venecia.

Reconocimientos académicos a parte, debe decirse que, aunque el filme no muestre excesiva brillantez a la hora de plasmar algunas de sus tesis, y que lo mal llevado del ritmo narrativo haga pensar en más de una ocasión en la deriva de ciertas embarcaciones, no por ello su -innegable- valor queda hundido en lo más profundo del mar. Ni mucho menos, al ser éste un drama cuya veracidad -lamentablemente-, en cuanto a retrato de una realidad palpable, queda siempre inmaculada, como si se tratara de un brillante faro con un foco de luz lo suficientemente potente para desnudar las vergüenzas de una sociedad que en momentos de máxima necesidad, prefiere mirar hacia otro lado, y poner el motor de su viejo barco a pleno funcionamiento para así huir del lugar del crimen.

A pesar de que Crialese no logre en ningún momento aquel gran impacto emocional que la ocasión pedía a gritos, sí logra al menos crear imágenes que ponen los pelos de punta. En esta línea, ver una manada de náufragos surgir de la nada en plena noche en altamar, o ver el crucerito de turno abarrotado de turistas ''devóralo-todo'' mientras bailan al son de una recopilación de los grandes hits de gasolinera, en lo que seguramente es su veranito soñado, dejan bien claro el contundente mensaje de un cineasta que mira a su alrededor con expresión de asco. Es este asco, producido por la pérdida de valores (falta muy poco para que palabrotas como ''solidaridad'' pasen a ser meros fósiles de épocas olvidadas) y por la contaminación de la juventud a causa del veneno de los adultos (''Serán peor que nosotros... porqué nos tienen a nosotros como modelo'', dijo Roger Sterling), el que hace de 'Terraferma' una estimable incitación por parte de Emanuele Crialese a que la audiencia inicie su propia búsqueda -interior, o en el sentido más literal- de una tierra mejor.

Nota: 6 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

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