Tras haberme tragado los seis títulos previos, para que no me digan lo del Potter, cinco de ellos en pantalla grande y en sus versiones íntegras, puedo certificar que el entretenimiento está salvaguardado por una franquicia cuyo declive progresivo no es óbice para seguir disfrutando de la suma de sus fotogramas. Con unos meses de retraso ahora le toca el turno de llegar a la cartelera al séptimo capítulo, y dicen que último, de la franquicia ‘Saw’, entrega que se apunta al 3€, esa moda de cobrar de más con la excusa de un 3D que sigue certificando ser una más que cuestionable inversión para el escaso aporte real que se le suele permitir en las producciones que se dejan arropar con su manto.
Para bien o para mal, dependiendo del gusto de cada uno, volvemos una vez más o menos a lo mismo que ya hemos visto haciendo valer aquello de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", si acaso con un punto extra de brutalidad que intente compensar su inevitable desgaste. Este sexto sucedáneo de la primera entrega se mantiene dentro del mismo cauce marcado por sus cinco precedentes, una apuesta conformista y reincidente en la simple imitación de las directrices impuestas de una saga sin ánimo, potencial o fuerzas para intentar al menos reinventarse, y a la que a estas alturas y ante su falta absoluta de sorpresa tan sólo le queda la efectividad con la que la sangre baña sus fotogramas. Como si fuera una más. Así podríamos calificar a esta 'Saw VII', de la misma manera que así podemos calificar a cada nueva entrega a partir de la tercera. Los más acérrimos se debaten entre si unas u otras son mejores o peores, pero personalmente lo considero un debate irrelevante e innecesario. Todas vienen a ser lo mismo estén filmadas con más o menos gracia, la sucesión de escenas que tienen por guión estén mejor o peor redactadas, o la sangre fluya de una u otra manera. En gran medida ahí es donde reside su éxito, en la repetición casi mecánica de una fórmula de sobras conocida. Así el factor sorpresa se reduce al mismo nivel que el factor riesgo emparentándolo con la clásica serie de televisión episódica que uno acaba viendo más por inercia que por interés, simplemente por disponer de tiempo para ello, porque no hay nada mejor o por el recuerdo de tiempos mejores, y de la misma forma que aun sin ser nada del otro mundo 'Saw' puede entretener como el McDonald's puede alimentar.
Por su parte hace ya tiempo que el argumento dejó de alimentar a la franquicia o el interés del público, más o menos desde que en la tercera entrega perdimos fuera de flashbacks a su mayor activo, derivando en una continua vuelta de tuerca forzada hasta el límite de la incredulidad que viene a servir a la causa de encadenar trampa tras trampa, de darle un respiro a la tensión ejercida en los instantes donde la película se gana su razón de ser, las trampas, tan efectivas y válidas como en cualquier otro título de la saga aunque quizá, eso sí, con un incremento en el volumen de casquería, tal vez como una medida desesperada por intentar al igual que Hosni Mubarak mantener un estatus al que se le vislumbra ya poco recorrido. Porque en última estancia sí que se dejan notar el paso de los 600 minutos de metraje aproximado, que se dicen pronto, que conforman el total de la saga, haciendo de esta última entrega un título más evidentemente vacío, superfluo, innecesario, cansino y, en última estancia, algo más pesado de lo habitual. Y no lo es porque sea significativamente peor que sus precedentes, que tal vez algo sí, sino porque seis títulos a sus espaldas le pesan ya en demasía, y la corrección de su discurso puede ya empezar a evidenciarse como algo perezoso y demasiado rutinario.
A la séptima nunca fue la vencida, así que más vale que nadie espere algo de innovación más allá de los detalles que puedan dejar sus momentos más escabrosos, una falta de intenciones que al menos son servidas sin complejos y unas tres dimensiones más bien anecdóticas a las que se agradece no condicionar visiblemente ni sus encuadres de cámara ni el planteamiento de sus trampas (no, la mayoría de trampas no apunta hacia la cámara...). 'Saw VII’ es una producción tan decente y simple, dentro de un margen, como puedan ser las anteriores a pesar de que la reiteración empieza a desgastar de forma evidente una fórmula a la que ya no le queda ni un solo as en la manga. Igualmente disfrutable dentro de la complacencia que permite su pasado, como siempre si nos olvidamos de la posible polémica de hacer del culto al dolor un discurso cinematográfico, 'Saw VII' simplemente sería otra más sino fuera porque probablemente sea la última, fiel heredera de un legado al que cabe reconocerle su personalidad, y la encargada de cerrar un arco dramático que, no obstante, siempre se podría ampliar de la misma forma que se podría haber reducido a un par de secuelas. Fue bonito mientras duró, y duró mientras fue bonito. Pero por si acaso seguir siendo buenos que nunca se sabe, que el plan maestro de Jigsaw es tan inescrutable como los caminos del señor...
Nota:
5.8
por Juan Pairet Iglesias