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'Rock the Kasbah': The Shareef don't like it

Vía El Séptimo Arte por 04 de marzo de 2016

A estas alturas, el calentón no se va ni frotando... ni falta que hace, porque en pocos minutos vas a descargar (que ya toca), y la sangre dejará de acumularse ahí abajo (ídem). Estás en ese punto vital en el que para follar, admitámoslo, tienes que pagar. Es esto o recurrir a una agenda de viejos contactos que... eso mismo, está ya muy vieja. Que tenemos una edad, vale, pero también dignidad... ¿no? ¿No? Total, que toca apoquinar, y como dijo el genio, ''lo que sobre, pal' taxi''. Además, tu instinto y pillería te han conseguido una de esas ofertas que no se pueden rechazar. Resulta que en un tugurio de mala muerte, ha aparecido, como de la nada, la hembra más hermosa que has visto en muchísimo tiempo. Y tú que ya habías entrado ahí con el calentón de marras. Esto era el destino. Te miró, la miraste, te ignoró, pero tú a ella no. Ésta no se iba a escapar. Le diste al viejo pico-y-pala; a lo de comerle la oreja, hasta que, por pura saturación, cedieron las defensas. Era cuestión de tiempo; de llegar a un mutuo entendimiento. Tú querías echar un clavo y ella quería cobrar. Total, que quedasteis en que ella se bajaría las bragas a cambio de tu reloj edición limitada flik flak. Win-win.

De modo que sales del antro... para meterte en otro. Oiga, que tampoco vamos a andarnos con demasiadas exigencias, que como se ha dicho, la causa bien lo vale. Aquí hemos venido a mojar; cualquier queja que pueda uno hacer, es pura mariconada. Y vas. Y giras la esquina, y esquivas a una banda armada, y a otra, y el mástil sigue erigido, y el reloj en su puesto, y ya falta menos... y menos... y menos aún. Hasta que llegas al sitio acordado, una caravana que enciende todas las alarmas de tu instinto de supervivencia. Aquí, en condiciones normales, no entrarías ni con el traje aquel anti-infecciones de Dustin Hoffman en 'Estallido'... pero es que hay hambre. Mucha. Ya habrá tiempo luego para preocuparse por las venéreas. Ahora toca santiguarse. Una, dos y tres veces. Respirar hondo y que sea lo que el Santo Nabo quiera. Apoyas la mano en la puerta y empujas. Sin llamar, que ya te esperan. ¿Pero quién? Este es... ¿Bill Murray? Espera, ¿qué es esto? ¿Qué cojones está pasando aquí? ¿Dónde está la tía? ¿Qué diablos hace Bill Murray en su lugar? Pero vamos a ver... el tío tiene atados brazos y piernas a cada extremo de la cama... y lleva una peluca rubia de bote... y está maquillado como una furcia barata. Vale, ¿esto qué coño es?

Silencio en la sala, roto al final por las risas de esa dignidad que, efectivamente, se escapa. Estás acabado. Así lo atestigua la cara de tonto que se te ha quedado; que no se va ni con lejía, y que ahora mismo sólo te deja articular la más patética de las quejas: ''Pero-pero... esto no es lo que se me habían prometido'' Ya, bueno, pues es lo que hay. La escena, que está prestada de 'Rock the Kasbah', explica, precisamente, lo que le pasa a la propia película. En el mejor de los casos, la broma, por así llamarla, se salda en una decepción sangrante que, como no podía ser de otra manera, se desangra. A lo largo de cien interminables minutos en los que las fronteras de la incorreción política se saltan a la torera para hundirnos en los violentísimos territorios de lo desafortunado. La mala leche, cortadísima, tiene un mal gusto que espanta. ''Pero-pero... esto no es lo que se nos había prometido'' ¿No habíamos venido aquí a follar? ¿No? ¿Ni a reírnos? Pues no. Ni esto. Se jodió el trato... hay que joderse.

Veamos, ¿qué ha fallado? O para terminar antes, ¿qué no lo ha hecho? Pasapalabra. Más silencio, y ahora sí, la seguridad de que ahí va otra temprana (y solidísima) candidata a peor película de la temporada. Cosas de jugar tan descerebradamente con material de potencial tan ofensivo. Para entendernos, lo nuevo de Barry Levinson (que no es un novato, precisamente; que ya debería saber mejor lo que se hace) gira entorno a una única idea: Afganistán, aparte de ser un Estado fallido (patrocinado por los Estados Unidos, no lo olvidemos), es también un chiste. Con todas las dimensiones que implica dicho calificativo. Dicho de otra manera, nada más empezar, y si queremos seguir por el camino propuesto, ya nos toca saltar alguna que otra barrera moral. Entonces, ¿de qué podemos reírnos? De todo. Faltaría más. Pero por el amor de Allah, siempre con un mínimo de fundamento. Por ejemplo, y sin alejarnos demasiado de las latitudes en las que ahora nos encontramos, tanto Armando Ianucci como Christopher Norris demostraron con 'In the Loop' y 'Four Lions' respectivamente que nos podíamos reír a gustísimo tanto con las chapuzas bélicas yankees como con el terrorismo islámico. Y sí, por supuesto que en un primer momento tuvimos que carraspear, pero la incomodidad se superó rápidamente al darnos cuenta que la carcajada era empleada a modo de híper-efectiva y sanísima arma de denuncia.

En 'Rock the Kasbah', dicho recurso, que mayormente brilla por su ausencia, se emplea si acaso para la burla. Única y exclusivamente para hacer mofa de una tragedia que antes que ser social, geográfica o política, es humana. Esperen, que la cosa aún puede empeorar. La única vía / excusa para alcanzar este propósito es el pasotismo marca de la casa de Bill Murray, secundado éste por el mismísimo Bruce Willis. Y claro, con estas cartas sobre la mesa, está servido el concurso de a ver a quién le suda más la polla todo esto. Como suena. La macabra lacra talibán es graciosa; la ocupación americana y el genocidio cultural, también. Porque sí. ¿Duele? Pues a Bill Murray se la pela. Y a Bruce Willis. Y a Kate Hudson. Y por supuesto, a Barry Levinson, quien escena tras escena convierte lo fallido de una comedia (?) terriblemente mal planteada en algo insufriblemente asqueroso. Las formas, grotescas a más no poder, dejan entrever un espíritu igualmente pestilente. La superficie mete un tufo que tira para atrás (no hay por donde coger ni el desarrollo de la historia, ni el planteamiento y posterior ejecución de los supuestos gags, ni el montaje de las escenas clave, ni mucho menos las actuaciones) seguramente porque el contenido está podrido. Y a nadie parece importarle lo más mínimo. ''Pero-pero...'' Déjalo, todo nos resbala. Y así nos va.

Nota: 2,5 / 10

por Víctor Esquirol Molinas
@VctorEsquirol


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