¿Qué hacer mientras estás esperando a que empiece una película titulada 'Qué esperar cuando estás esperando' (aparte de escuchar a un compañero de otro medio alabar la capacidad de Anna Paquin para aparentar ser mucho más joven en la insufrible 'Margaret' que en True Blood... como si la primera no se hubiera rodado varios años antes que la segunda)? En una de esas raras ocasiones en las que llegué incluso antes de la hora y sin sudar, no fue hasta que precisamente me encontraba esperando a que empezase que no me pusé a calibrar qué esperar de esta película, un last minute que cada vez intento hacer con mayor frecuencia (aunque sin demasiado éxito, la verdad). Y las perspectivas, a bote pronto, eran tan poco halagüenas que mientras le echaba un ojo al cartel de la película impreso en la portada de las siempre muy elegantes notas de prensa de Universal, a mi cabeza le dió tiempo de hacerse fuerte en torno a la idea de que lo mejor era cruzar los dedos, apretar el culo y no esperar nada... idea que adquirió tanto fundamento que me animé incluso a empezar a escribir la primera versión de esta crítica dándomelas de "listillo" (en resumen, lo de siempre). Lo primero que me vino a la cabeza cuando me puse a escribir sobre que era lo que esperaba encontrarme con 'Qué esperar cuando estás esperando' fue 'Noche de fin de año', dicen que la última ¿película? del director de Pretty Woman. Dejando al margen el indudable problema que a buen seguro debo padecer al permitir que un filme así ocupe un lugar de privilegio en mi memoria, ya sólo este pensamiento me provocó esa gota de sudor que por una vez mi exceso de puntualidad me había arrebatado. Y es que además este tipo de producciones siempre alcanzan las dos horas de metraje, tal vez por las necesidades de tener que dar un margen a tantos rostros conocidos, tal vez porque en Hollywood hay quien piensa que lograr alcanzar las dos horas de metraje aporta algún tipo de seriedad. Ante esta perspectiva, y como ya he comentado, decidí responder por adelantado a la pregunta que plantea su título, 'Qué esperar cuando estás esperando', para que la pérdida de tiempo se concentrase durante su visionado y no tanto a la hora de escribir sobre ella...
... y para mi sorpresa, y creo que para buena parte de los que lean esto, una vez se encendieron las luces de la sala no sólo sentí que no había perdido el tiempo, para nada, sino que además incluso albergaba algún tipo de entusiasmo hacia lo que acababa de ver y, sí, disfrutar, y hasta el punto de que lo que me había anotado en aquel papel como base de la futura crítica esta ahora olvidado en el fondo de la papelera. Cierto es que pasado el momento de las emociones y una vez la fría, inmisericorde y calculadora lógica volvió a guiar mis pasos esta sensación de relativo gozo se vió disipada en favor de la realidad, una realidad en la que 'Qué esperar cuando estás esperando' no es nada del otro mundo por mucho que pudiera disfrutar con ella, lo repito aunque le pueda costar algo de crédito a mis futuras opiniones, o que su amable tono de comedia light me proporcionase una cantidad bastante significativa de risas... con ella, que no de ella, e incluso en dosis más generosas que algunas comedias que en realidad considero muy superiores (porque lo son).
Ante todo mucha calma: esto no significa que pueda caer en la tentación de recomendarla, grave error, pues es un título prescindible cuyo visionado nunca será objeto de merecer reconocimiento alguno, un producto diseñado de cara a llamar la atención de parejas en edad de procrear, básicamente y hayan o no concretado la tarea, y surgido más de una reunión de hombres de negro que de una de hombres con lápices en la mano. Pero el ¿y por qué no? en esta ocasión cuanto menos no adquiere el cariz diabólico de otras veces, y si el destino quiere situarnos delante de alguna pantalla en la que por algún casual se proyecte se puede ver, en resumen, sin necesidad de sacarse los ojos ni temer por la integridad de nuestras neuronas. Sí, no deja de ser un producto prefabricado que se inspira en un manual de autoayuda -si es que como ocurría con 'Battleship' eso una vez en la pantalla tiene alguna importancia-; y si, no deja de ser un producto superficial cuyo desarrollo evidencia una falta absoluta de inquietudes artísticas. Pero cuanto menos su puesta en escena resulta elegante y no toma por tonta a la audiencia, una tarea a la que aplica además una capa de humor algo más ácido de lo habitual no exento de un punto de mala leche que diluye su en esta ocasión digerible ración de edulcorante.
Ya que las he mencionado, y que al volver a casa en Metro tuve un momento en el que echarles un ojo, la cinta es definida en las notas de producción como "una comedia caleidoscópica tan universal como imprevisible que busca el humor y el optimismo en todas las pruebas y triunfos inesperados que supone dar la bienvenida a un recién nacido". Traducido al lenguaje de la calle, lo que vendría a ser una "happy movie" sencilla y bastante obvia cuyo propósito de sonsacarnos una pose fotogénica tan sólo se verá enturbiado si como espectadores o bien le tenemos tirria a algunos de sus protagonistas o bien se lo queremos poner difícil, pues al fin y al cabo se trata de una producción a la que es muy fácil entrar a matar si es lo que se pretende (y no sin razón, que conste). Pero si tenemos a bien levantar el pulgar y concederle el beneficio de la duda, y aun a riesgo de leerme el día de mañana y arrepentirme mientras me doy de cabezazos contra la pared tratando de recordar que es lo que había fumado para escribir lo que he escrito, la cinta funciona con alegría al nivel que pretende funcionar. E interpretese como se quiera, que en tiempos de crisis no está de más un gesto de generosidad (con o sin IVA). Serán los niños, que nos vuelven unos blandos, supongo...
Nota:
6.0
por Juan Pairet Iglesias