'Por un puñado de besos': Habla trucho que no te escucho
Se suele decir aquello de que no hay mal que por bien no venga... de la misma manera que se suele decir que la mala publicidad no deja de ser publicidad. Y efectivamente así es, porque en términos cinematográficos hay algo aún peor para una película que hablar mal de ella, y es no hablar de ella. Esto es, la indiferencia, el mayor de los fracasos en el que puede incurrir cualquier obra creativa como se supone, se rumorea, dicen por ahí, es el cine. Las películas de las que nadie habla se olvidan mientras las que alimentan conversaciones sobreviven al día de su estreno, ya sea para hablar con amor, odio, sorna, lástima o condescendencia. Otra cosa es que dicha publicidad pueda ser positiva, negativa... o irrelevante.
La mitad de los españoles en la que me encuentro dice odiar con todas sus fuerzas Telecinco, algo que parece alimentar aún más el amor hacia dicho canal de la otra mitad -en la que por cierto se encuentra mi medio limón...-. ¿Acaso les importan las paparruchas de la otra mitad a esa mitad? A mi chica desde luego, que no. O como cuando alguien ve GH para poder jactarse pongamos que vía twitter de lo que considera es algo infecto. ¿Qué caso hace y/o debería hacer un "adoro al líder" de dicha emisión? Todo lo más provocará atraer la atención, como el híbrido barbudo de hace unas horas provocaba cierta curiosidad entre la gente que, como un servidor, tenían un plan mejor para calmar la fiebre del sábado noche (ver 'Frontière(s)'...).
Dicho esto entremos ya directamente en materia sin dejar de hacerlo... porque en realidad todo ya está dicho, pues todo se dice sólo. Porque de igual modo que a veces engañan, otras veces las apariencias reflejan tal cual la realidad. Y esto último es lo que ocurre con 'Por un puñado de besos', cinta con la que debuta en solitario el co-director de 'Mentiras y gordas', David Menkes... nos vamos entendiendo, ¿verdad?. Perspectivas más bien pocas, esperanzas entre el cero y ninguna. Pero ser de mayor lo que se quiere ser de mayor indiferentemente de lo que se quiera ser, como mínimo, se merece una palmada en la espalda, más si es algo que se ejerce con tanto orgullo, desparpajo y descaro. Y viva el Zaragoza manque Agapito.
Gente monísima, secuencias musicales, ingenuidad constitucional, diálogos imposibles, vacuidad espiritual... en fin, un pobre melodrama por y para adolescentas a poco cocinar que, como el algodón, no engaña a nadie salvo a los más tontos del barrio que igual son los que se han equivocado de sala. De tan transparente que uno no puede sino darla por válida ante el riesgo de pecar de un exceso (poco caballeroso) de maldad. Porque no es una película, y por lo tanto no debe de ser juzgada como tal. Y en gran medida el rechazo, irritación o cabreo desequilibrado provocado en Málaga y en aquellos cuya opinión se la suda a su público potencial, a su público objetivo, sólo cabe calificarlo de una manera: ÉXITO.
Y es que la presencia de una película de estas características en la Sección Oficial de un Festival, se supone de cierta enjundia, como el de Málaga es una de esas preguntas cuya respuesta es mejor dejar sin responder... en donde se coronó eso sí como la película del certamen. Lo dicho al principio, no hay mala publicidad... sólo publicidad, y días después de su proyección se seguía hablando de ella. Es más, dos meses después ¿quién se acuerda de quién se llevó algo...? ¿Pero cómo olvidar el derivado más rastrero, zafio y rudo de la cohorte de '3 metros sobre el cielo'? Tan triste, que uno puede llegar a sentir lástima. Pero también con dos huevos, un despropósito hecho con dos huevos (y se sospecha que en serio). ¿Y a que ahora tienen curiosidad -no ganas- por verla...?
Nota: 4,0
por Juan Pairet Iglesias
Le doy un 5,5.
Qué huevos los tuyos.