Lo primero y más relevante, también lo más evidente pero no por ello menos gratificante: 'Número 9' es toda una experiencia sensorial. Ni más ni menos que un auténtico y virtuoso ESPECTÁCULO AUDIOVISUAL, a poder ser escrito con mayúsculas para hacerle justicia.

Su argumento acaba siendo lo de menos, poco menos que una excusa para encadenar una escena tras otra, a cada cuál más imponente que en gran parte acaba despojado, o al menos lo parece de sentido, lógica... e incluso al final de interés. Sus personajes no están definidos más allá de ser unos "números", y deja pasar cualquier oportunidad de indagar y profundizar en el mundo que la acoge en favor de la acción, el movimiento y la pirotecnia sin treguas.

Como si importase, como si nos importase. Como si nos debiera preocupar.

Esta es, precisamente, la mejor cualidad de la película: Acoger en tan sólo 80 minutos un enérgico recital visual y sonoro que cobra vida a través de una exquisita y setentera factura CGI. 'Número 9' es una atracción de feria para adultos que va directa a la yugular, no concede ni un momento de respiro y no pierde el tiempo en tonterías superfluas; además, acompasada por una resonante BSO con la que se encama con la misma apasionada vitalidad.

Lo primero y más relevante, también puede que lo único y fundamental sin por ello dejar de ser plenamente gratificante: 'Número 9' es un auténtico y virtuoso ESPECTÁCULO AUDIOVISUAL, a poder ser escrito con mayúsculas para hacerle justicia. Una estilizada, desvergonzada y electrizante experiencia sensorial servida sin mayor ambición que la de hacer partícipe al espectador de una vibrante y emocionante, simple y directa aventura cinematográfica.

En 2D, y a diferencia de James Cameron y su 'Avatar', condensada en tan sólo 80 minutos y sin la pretensión, a menudo indigesta, molesta o pesada de querer ser "una gran obra del cine contemporáneo".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex