Los estereotipos suelen ser muchas veces falsos o injustos. Sin propósito de crear debate y con la mera intención de poner un ejemplo cercano, del cine español se repite mucho aquello de que “sólo se saben hacer películas de la Guerra Civil” o “el cine español son películas tontas donde salen tetas”. Si nos preguntaran por cine coreano, seguramente muchas de las que hemos visto serían thrillers cargados de violencia dando la sensación que es el estilo de cine más usado o al menos el que más nos llega aquí. Si nos hicieran hilar más fino, podríamos hablar de lo que les gusta a los coreanos hacer thrillers violentos de mafiosos y/o de venganzas. Si nos hicieran elegir dos referentes del género, muchos escogeríamos posiblemente “Oldboy” y “Encontré al diablo”.

Esta que nos ocupa tiene mucho en común con ambas, dado que si no es una cinta de venganzas, si tiene acción, violencia (quizá no tan explícita y repetida como las citadas) y sobretodo coincide en que uno de los personajes principales es el famoso protagonista de la primera y el guionista de la segunda, la escribe y la dirige. La historia nos sitúa dentro de la mafia coreana, la lucha por el poder entre bandos tras el fallecimiento de su líder y la investigación policíaca encabezada por el mencionado Choi Min-sik y protagonizada por Lee Jeong-jae en el papel de un policía infiltrado por más de una década en la organización, que ha ido escalando posiciones dentro de la misma. La principal cuestión que plantea es obvia y muchas veces tratada en este tipo de films: ¿seguirá fiel a su misión o acabará presa de las ansias de poder y las relaciones forjadas estos años?

La película no se puede decir que es ni altamente original, ni muy trepidante como otras del país y del género, quizá le falta en una obra tan coral perfilar mejor sus personajes secundarios, pero si es una obra en general bien hecha, compensada en todos sus elementos y muy entretenida, pasando en un suspiro pese a su elevado metraje. Quizá resulta predecible pero a la vez obsequia al espectador con pequeños pero repetidos giros de guión que hacen que mantenga el interés junto a buenas escenas de acción (la del ascensor es soberbia) y momentos de lograda tensión. En resumen: una película más que disfrutable para los amantes de este tipo de cintas y para en general pasar un rato entretenido.

Nota: 6.6

por Abrahán Guirao, AKA Calderilla