Ya ha pasado mucho tiempo desde que el temible príncipe Imhotep fue definitivamente derrotado. Por increíble que parezca, la familia O’Connel ha conseguido sentar la cabeza y llevar una vida plácida y sedentaria en su mansión. Mientras Rick distrae su mente pescando, Evelyn medita día y noche sobre su nueva creación literaria. Por su parte, el ya no tan joven Alex se ha convertido en un auténtico aventurero. Aunque siempre ensombrecido por la estela de su padre, acaba de hacer un asombroso descubrimiento arqueológico en China que, sin quererlo, acabará poniendo en peligro al mundo entero, pues dicho hallazgo puede despertar al despiadado Emperador Dragón y a su implacable ejército.
Lo primero que he hecho al llegar a casa, después de haber visto la tercera entrega de ‘La Momia’ ha sido informarme sobre los guionistas que en esta ocasión firman la historia: Alfred Gough, Miles Millar. Debo admitir que me han dejado perplejo dos hechos. El primero es que tardaron ni más ni menos que tres años en terminar su trabajo. El segundo -y el más impresionante- es que ninguno de ellos tiene cinco años. Pero como soy un hombre racional y no creo en los sucesos paranormales, prefiero pensar que en realidad el guión no está firmado por ellos, sino por sus hijos que, tirando por lo alto, deben estar empezando la educación primaria.
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