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'La cazarrecompensas': Caza y captura a la petarda

Vía El Séptimo Arte por 29 de marzo de 2012

Stephanie Plum no está precisamente en racha. A sus 30 años lleva seis meses sin trabajo, las deudas le han hecho perder hasta su coche y vive con su hámster en Trenton, Nueva Jersey. Sin blanca y desesperada, Stephanie toma una medida de urgencia: recurrir al indeseable de su primo Vinnie para que le haga un hueco en su agencia de fianzas. Su nuevo trabajo, de cazarrecompensas, consistirá en encontrar y llevar ante la justicia a clientes que no comparezcan en los juicios después de haber sido puestos en libertad bajo fianza. Aunque nunca ha visto unas esposas de cerca y la única arma que conoce es el spray de autodefensa, eso no le impide asumir la caza y captura del fugitivo más escurridizo de la empresa.

Los gustos del gran público a veces son ciertamente difíciles de comprender. Por lo que a mí respecta, escapan en demasiadas ocasiones a mi entendimiento. Mea culpa, seguramente. Uno de estos fenómenos inexplicables se ve encarnado en un título no-oficial (el de Rey / Reina del petardeo) que recae en determinados actores. Resulta que la industria tiene la necesidad enfermiza, casi obscena, de encontrar nuevas minas de oro, o por lo menos, hacerse con métodos para producir dinero de la manera más fácil (sin esfuerzo, se entiende). Hasta aquí todo bien, no hemos descubierto nada nuevo. El problema es cuando la solución está en los bajos fondos del star-system. En ellos encontramos abominaciones como la que hoy nos concierne: Katherine Heigl.

Hay actores cuya presencia, por difícil que sea de creer, ya supone motivo suficiente para pagar una entrada de cine. La razón (y esto sí puede llegar a ser comprensible) es que su nombre en el cartel ya da al espectador pistas de por dónde van a ir los tiros. Por ejemplo, ¿se imagina alguien una película con Jason Statham en la que la mayor parte de la historia transcurra en una clase en la que se debata apasionadamente sobre el trazo y la composición cromática en la obra de Jackson Pollock? No, ¿verdad? ¿Se imagina alguien una película con Nicolas Cage que no dé síntomas de haber sido rodada en cuatro horas mal contadas? Exacto. Del mismo modo, ¿se imagina alguien una película con Katherine Heigl en la que el guión no sea el producto de una flatulencia del peor guionista en la sala?

Difícil de vislumbrar, ciertamente. Por supuesto, 'La cazarrecompensas' primera adaptación a la gran pantalla de la saga ''Stephanie Plum'', best-seller literario firmado por Janet Evanovich, no marca la excepción. La historia, de forma más o menos directa, tiene el punto de partida en la actual crisis económica. Una perdedora en toda regla llega tarde a una comida familiar, con un coche que le están a punto de embargar. Las facturas se le acumulan y no hay manera de que pueda hacer frente a todas sus deudas. A no ser que... llame a la puerta del ligón (¿?) de su primo para pedirle un puesto de trabajo en su pequeña empresa, dedicada a la caza y captura de la peor escoria de la ciudad.

El típico trabajo al que cualquier pringado puede aspirar, vaya. Katherine Heigl lo sabe y obviamente se apunta al bombardeo para anotarse otra película en la que ella y solo ella es la protagonista. ¿Qué significa esto? Que el filme tiene todos los números para ser un proyecto de comedia romántica. En efecto. El espectador lo sabe, porque ya ha pasado por esto antes... sin embargo el espectador (que cae en la misma piedra infinitas veces) vuelve a pagar la entrada. Y volverá a hacerlo en pocos meses, cuando la más que posible nueva petardada de la Heigl llegue a las salas de cine. Si esto no es masoquismo, Fernando Alonso tiene de largo el mejor coche de toda la parrilla de la Fórmula 1.

Y si Katherine Heigl tiene derecho a protagonizar una media de dos películas al año, ya pueden ir dándole un Oscar a Sandra Bullock. Espera un segundo... El caso es que 'La recompensas' no decepciona y da exactamente lo que prometía. Ni un gramo más ni un gramo menos. Dicho de otra manera, es más de hora y media sustentada en la falsa creencia de que la protagonista absoluta de la función rebosa belleza y carisma (cuánto daño hizo 'Anatomía de Grey'). Más de hora y media totalmente indicativa de los tiempos que nos ha tocado sufrir, y es que todo queda recortado: la efectividad de los gags (si es que los hay), el impacto de los giros argumentales, el interés en la historia... Sólo queda el aburrimiento, el azúcar y una sensación de disparate insuficiente para siquiera esbozar una leve sonrisa. Y por supuesto está la Heigl, que debería estar en lo más alto de la lista de los Más Buscados. Pero se libra, porque sus insufribles enredos amorosos siguen contando con una nada desdeñable base de fans. Increíble.

Nota: 2 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

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