Una de las cosas que destacan del Festival de Málaga es la relativa y aparente cercanía para con unas películas, al fin y al cabo, hechas por gente de por aquí. A continuación de los pases y en el mismo recinto tienen lugar las ruedas de prensa, por lo que no es raro cruzarse a la salida con los protagonistas, creadores o involucrados en el desarrollo de dicha película como uno se imagina no se cruzaría con Angelina Jolie o Quentin Tarantino. Personalmente no me atrae más que la obra, no quiero que me "sugestionen" con buenas palabras, como cuando suponemos que con buena intención -siempre- Tom Fernández hablaba de que el cine es cultura justo antes de ver 'Pancho', lo que sin duda viene a ser como lanzar mehires sobre los pilares de nuestra sociedad: los niños.
A lo que iba: del cine puede surgir una magia que generalmente se ve corrompida cuando se nos muestra el truco. O cuando se nos muestra que no hay más truco que alguien haciendo su trabajo, vender una entrada. Y que todo puede ser muy bonito con las palabras adecuadas. Si algunas grandes estrellas son leyenda es en parte porque apenas se tenía conocimiento de su día a día, algo que sobra decir no se encargaban ellos mismos en mostrar a través de Facebook. El cine puede ser "mágico" como cabe entender que no tiene por qué serlo, existiendo no pocas veces una especie de injusta diferenciación entre lo artístico y lo comercial. Como si lo uno fuera bueno y lo otro malo casi por naturaleza, según el espectador lo uno o lo otro, cuando en realidad no se trata ni de lo uno ni de lo otro.
Resumiendo, que se me enfría la comida: se trata siempre de hacer algo bien, lo que sea. Y a partir de ahí ya lo vemos. Y el televisivo Aléx Pina lo hace bien con su debut en la gran pantalla, 'Kamikaze', un filme que sin lugar a dudas se podría tildar de artificioso, o mejor, de lo que comúnmente vendría ser un Made In USA hecho con acento español (pero a la americana). Esto es, una producción hecha a medida y surgida de un laboratorio de ideas, elaborada en base a ecuaciones para satisfacer a todo tipo de público en general, y que a falta de naturalidad se las apaña con una buena caligrafía. No es raro imaginar a Pina desarrollando la película como si de un capítulo de 'Los hombres de Paco' fuera, especialmente el "momento Mario Casas" de un notable Álex García enseñando músculo a 30 bajo cero.
Al igual que ocurre con 'Non-Stop', de producción norteamericana pero aceptada como "una de las nuestras", Pina apuesta erróneamente por un final demasiado "de película", y que aunque sea por un buen fin -¿lo pillan?- roza un ridículo innecesario. Erróneo o innecesario, tal vez, y necesitado de una re-escritura, más no deja de ser una película... "de película", cercana a la postal y que juega con unas cartas muy al descubierto sobre la mesa que no obstante no le impiden desplegar un juego que, en una palabra, podríamos considerar como muy efectivo. Sabes cómo y dónde. Y te la hace. Esto es, 'Kamikaze' funciona como un penalty que entra a puerta aunque sea rozando la manopla del portero. Si el balón entra, ¿acaso hay que preocuparse de algo más? ¿Es necesario darle tantas vueltas si lo que es no deja de ser lo que es y seguirá siendo?
Dentro del contexto de un Festival como el de Málaga desde el que entre caña y caña escribo, no es la mejor película que podamos ver. Y es demasiado favor hablar de ella como una posible aspirante a cualquier título a mejor película, aquí o en Rusia. Pero con sus pros y sus contras sí es una de las películas más ajustadas para con sus propósitos que pueda encontrarse en donde, sobre el papel, se supone que prima "lo artístico". 'Kamikaze' ofrece un buen acabado "artístico" aunque no deje de ser una película "de película". Esto es, una película "comercial". Pero que funciona, en parte porque tiene orgullo y es consciente de cual es su juego y lugar en el mundo, desde equipo artístico a equipo técnico. Y saber a lo que se juega suele ser una buena garantía para ganar partidos. Al fin y al cabo, lo que cuenta es el resultado, ¿no?
Nota:
6.75
Por Juan Pairet Iglesias
Le doy un 5,5.
A mí es precisamente una de las cosas que más me gustaro. Otra cosa es que la mezcla no sea tan fluida como para que estos cambios pasen inadvertidos.
Lo que la define es su idea de entretenimiento por encima de todo, para bien y para mal.
Los dos primeros mensajes del hilo. :guiñar