'Expediente Warren: El caso Enfield' - ¡Saltad, malditos, saltad! (de nuevo)
Llevo bastantes días queriendo escribir este texto, cosa que al final y después de darle muchas vueltas sin anotar una sola palabra sobre el papel, he terminado haciendo no sin miedo. Bastante miedo, de hecho. Miedo por el enorme respeto que tengo hacia sendos 'Expediente Warren', pero también por estar la primera de ellas asociada a uno de esos recuerdos que sé con seguridad que me llevaré a la tumba. Y es que su correspondiente crítica la escribí en el móvil, dedo a dedo, mientras sobrevolaba una Gran Bretaña todavía europea como una forma de, quién lo diría, distraer mi atención sobre ese miedo a volar que tanto me incomoda cuando estoy dentro de un avión... y la cual pasé a papel, con un bolígrafo en una mano y una taza de café en la otra, en un sitio llamado "The Elephant House" en dónde, según reza la leyenda, nació un tal Harry Potter.
Por supuesto, aquello fue sólo parte tanto de la experiencia como de aquel viaje del que no revelerá más detalles que aún vienen menos a cuento. Una parte sustancial para quién suscribe estas palabras, más no necesariamente para nadie más dado lo circunstancial para con la película. Pero ya no es tan circunstancial recordar, supongo que también presumir, que tuve la oportunidad de disfrutarla por primera vez (de unas cuantas) en la clausura de Nocturna 2013, en una de esas proyecciones sociofestivas amparadas por una sala a rebosar equiparables a disfrutar con los tuyos, por supuesto siempre con una cerveza en la mano, de una final de cualquier deporte de masas -que sea el fútbol-. Y además ganarla, no menos por supuesto.
Algo muy parecido se repitió hace menos de un mes en la cuarta edición del aún joven festival madrileño. Algo muy parecido, por no decir que para el caso, como si fuera lo mismo. Wan y sus Warren volvían a a poner el broche de oro a Nocturna, y de nuevo volvían a salir por la puerta grande de los Palafox tras poner de nuevo en pie a un público de nuevo entregado. De nuevo. Otra orgía cagométrica en este caso con hábito diabólico que podemos valorar de las mismas dos maneras que, dependiendo si es amigo o enemigo, las calificaría uno de esos políticos tan rancios que hay al norte de Gibraltar: O bien sobrevalorarla suponiendo que superó las expectativas, o bien infravalorarla dando por sentado que se trataba de un público rematadamente fácil.
Ni si ni no, sino todo lo contrario... que algo hay de las dos cosas aunque a la hora de la verdad importe poco. Es más que posible que, a los puntos e hilando fino, 'El caso Enfield' no sea mejor que su predecesora del mismo modo que, a los puntos e hilando no tan fino, es igualmente posible que se beneficie del impacto de la primera. Lo que por otro lado no deja de ser la acepción estándar de la palabra "secuela": se trata literalmente de más, que no necesariamente de más y mejor... porque en realidad tampoco se trata de ser más y mejor, sino de algo más -que dura 20 minutos más- pero a la vez distinto. En suma, no se trata sino de hacer una película que, al igual que cualquier otra, sin necesidad de comparar, ofrezca al espectador cuanto esté a su alcance.
Nada que ver con otro derivado como el de 'Ninja Turtles', ejemplo muy oportuno de secuela perezosa. James Wan constata de nuevo que a pesar de su tamaño no hay quién ahora mismo pueda hacerle sombra en cuanto al género de terror. Al margen de su condición, 'El caso Enfield' es un filme tan sólido e inteligente como ya lo era 'The Conjuring' ofreciendo una experiencia virtualmente similar, independiente y a la vez complementaria. No sólo se hace evidente el amor de Wan por el material en cada uno de sus planos, también su talento e instinto para medir los tiempos, mover la cámara, exprimir su reparto y jugar con la escenografía en beneficio de una atmósfera marcada por lo incómodo de su constante sensación de nerviosismo latente.
Cine de terror honesto, directo, orgulloso y que hace gala de un exquisito dominio de los distintos recursos tanto del género como del cine, al tiempo que un recital de puesta en escena adornado con la debida sensibilidad dramática que la eleve como película por la que sentir algo. Otra vez. 'El caso Enfield' no brilla porque sea particularmente novedosa... al igual que no lo hacía su predecesora. Brilla y sobre todo funciona por la maestría con la que juega con constantes muy reconocibles para, con la inteligencia del que le pone ganas, tiene voluntad y además posee talento, darle la vuelta a las expectativas de un espectador reconvertido en títere de sus propias inquietudes. Esto es, Wan lo ha hecho de nuevo. Oh, si, ¡saltad, malditos, saltad!
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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Nota: 6'8
¿Lo malo? Pues que evidentemente es menos redonda que la primera. Lo es por varios motivos, el primero de ellos que no sorprende como la anterior. Realmente poca diferencia hay en el desarrollo de la trama entre esta y la anterior. Si es cierto que juegan más con lo de que los británicos son unos farsantes y la sensación de peligro de Ed Warren está mucho más presente que en la anterior. Pero en el fondo la estructura es la misma. Tampoco me gustó que se tomase tantas licencias, ni que relacionase todo entre sí. No lo veo necesario, especialmente cuando la anterior no lo hacía.
Aún así, es de lo mejorcito del verano y, como su predecesora, de lo mejor que ha parido el cine de terror últimamente. La dejo en un 7,5.
El cine de terror siempre se mueve al borde de un peligroso acantilado. Puede (pocas veces) caer hacia el lado del miedo más puro, otras veces caer en la indiferencia, otras en el humor negro/gore consciente de ello y otras (la mayoría) en el ridículo, en el quiero y no puedo. The Conjuring 2 acaba embarrándose en este último punto en su tramo final, lo que resta bastante empaque a una película con muy buenas ideas pero que acaba siendo una más del montón, y que es derrotada ante una primera parte redonda en casi todo, bordeando el abismo.
5'75
Los Warren sí que saben. Nota: 8.
Spoiler
Sueños que pasan.