Puede que el cine de autor goce del reconocimiento que se merece (en ciertos círculos realmente ocurre), pero en este aspecto, la industria literaria le lleva siglos de ventaja al celuloide. No hay más que entrar en cualquier librería y echar un rápido vistazo al escaparate, donde probablemente resaltarán portadas en las que el nombre del escritor esté en letras mucho más grandes que las que anuncian el título de la obra. Lo que vende en este sector es en muchas ocasiones el cerebro, más que su creación. Como decíamos, el séptimo arte, en determinados lugares o ambientes, sabe rendirle debido homenaje al factor humano, que puede llegar a vender más que el concepto. Hablemos por ejemplo de Juliette Binoche, que hoy va enseñarnos las implicaciones de la palabra ''demasiado''.
'Ellas' es el último trabajo en la apretadísima agenda de la actriz, que desembarca en nuestras salas, y como si se tratara de un libro, su póster promocional está encabezado por el nombre ''Juliette Binoche''. Si bajamos un poco la vista, nos encontramos con su siempre imponente presencia, bajo la cual se esconden los nombres de otras actrices, así como el de otra gente que ha contribuido a hacer la película que estamos a punto de ver. Lo mismo que ver un concierto promocionado a través de -y sin faltar a nadie- ''¡La Gira Mundial de la E-Street Band! (con la participación de Bruce Springsteen)'' Para que después digan que en el viejo continente no estamos familiarizados con el concepto del star-system.
Quizás alguien pensó que el nombre de Malgorzata Szumowska (a saber, la directora y co-guionista del filme que ahora nos atañe) era demasiado desconocido... o impronunciable, aunque si cuando llegó la hora de la Palma de Oro aprendimos a decir de manera mínimamente correcta Apichatpong Weerasethakul, no hay excusa que valga ahora. El caso es que 'Ellas', le guste o no a Gerard Depardieu, viene amparada por el innegable gancho de la Binoche, para muchos, la mejor actriz del mundo. Drama, comedia, terror, suspense... no hay registro que se le resista. Es la actriz total, aquella de la que podría decirse, siguiendo el tópico, que habría gente dispuesta a pagar por verla leer el listín telefónico... y al final del show hasta aplaudiría. Porque ella lo vale.
No es buena, es lo siguiente. Demasiado buena. Ahí está la raíz del problema. Juliette Binoche es sobradamente cojonuda en todas sus facetas, y esto carga. Es una especie de agujero negro cuyo poder de atracción crece exponencialmente a cada segundo que pasa. Su compañía requiere -por méritos propios- nuestra atención, y no hay manera humana de negarle los méritos, que los tiene. Por ejemplo, si en una rueda de prensa se anuncia el encarcelamiento de Jafar Panahi por parte del gobierno iraní, Juliette rompe a llorar. Su pesar es tan profundo; su expresión es tan amarga, que tengan por seguro que a la mañana siguiente la gente solamente se acordará de las lágrimas vertidas por la vedette... difícilmente de aquel exótico cineasta. C’est la vie.
Con 'Ellas', el póster dice la verdad -¡sorpresa!-, y no tienen que sucederse demasiadas escenas para darnos cuenta de que vamos a presenciar una lección magistral a cargo de Juliette Binoche. ¿Y sobre qué va a tratar la clase? Sobre una periodista de investigación que está llevando a cabo un reportaje para la revista Elle -elemental- sobre la prostitución estudiantil. Oh la la. Para ello decide entrevistarse con dos jóvenes que cubren un espectro suficientemente revelador de nuestra sociedad. Una es una chica guapita de clase acomodada; la otra es una resultona inmigrante de Europa del este que ve en la profesión más antigua de la humanidad su único modo de subsistencia. En otras palabras, dos insignificantes cuerpos celestes que giran alrededor de la Reina Sol.
Hablando de satélites, acaban de componer este particular cosmos Binoche-céntrico otras temáticas que sin duda contribuyen al lucimiento de esta incomparable actriz nacida en París. Está la deplorable situación que tienen que afrontar los inmigrantes que llegan en situación irregular a una tierra desconocida; están los diversos y siempre condenables modos de sumisión que el hombre tiene reservados para la mujer; está el modo en que la clase burguesa entierra sus múltiples miserias a través de un sinfín de espejismos... Queda claro Malgorzata Szumowska tiene muchas metas en mente, y todas ellas ambiciosas, lo cual es el escenario ideal para perderse (en parte por el deslumbramiento resultante de seguir a la estrella del espectáculo) sin haber alcanzado ningún objetivo de los planteados al principio del recorrido.
El que mucho abarca poco aprieta. Szumowska aspira a demasiado, y en poco más de hora y media no hay manera humana de satisfacer tanto. Es por esto (y también por brindar respuestas tan insatisfactorias) que 'Ellas' deja al espectador con la impresión de que quizás todo se trataba de un burdo ejercicio de sadismo con buen empaque técnico. Una excusa para remarcar la superioridad moral de un artista concienciado frente a una audiencia borrega que debería dar las gracias por haber sido instruida en lo referente a los males que están jodiendo una sociedad ya de por sí jodida. La sensación final que le queda a uno es muy similar a la que producen la mayoría de documentales ecologistas: queda claro que somos cómplices del problema, pero en ningún momento se menciona cómo salvar a la madre Tierra. Mientras, suena -cómo no- la Séptima Sinfonía de Beethoven (imprescindible para dárselas de trascendente)... y la Binoche ríe mejor que su hijo colocado de marihuana, grita mejor que su desquiciado marido, se estimula mejor que las prostitutas que entrevista, y desde luego, se implica en todas las causas mejor que el espectador. Porque ella esa ELLA... demasiado.
Nota:
4 / 10
Por Víctor Esquirol Molinas