Hay ideas que por más que se abuse de ellas nunca dejan de ser interesantes de ver en pantalla, que por algo será, aunque apenas se las reformule de una a otra vez, y una de ellas es la que sustenta a 'El santuario': la supervivencia del hombre frente a las adversidades de la naturaleza. Las preguntas son ¿cómo? y ¿dónde?. En esta ocasión la historia pone su mira en un reducido grupo de personas que quedan atrapadas en un sistema cavernoso parcialmente sumergido bajo las aguas, de difícil acceso y completamente inexplorado, dejándoles como una única opción adentrarse en el mismo con lo justo y la esperanza de encontrar una salida.
Sin embargo una idea no es más que una idea, y la lucha supervivencia como tal no pasa de ser un concepto, el mismo que también sostendría el discurso narrativo de por ejemplo '127 horas', de Danny Boyle. Luego viene el cómo se adorna y moldea dicha idea para darle una forma atractiva y, sobre todo, personalidad, esa cualidad fundamental para que cualquier película sea digna de ser considerada por su propia condición. Y en ese sentido '127 horas' es un film que, guste más o menos, posee una entidad propia como película (y lo dice uno al que se le atraviesa un tanto Boyle); 'El santuario', por contra, vendría a ser una más, una producción un tanto impersonal que cumple, si es que cumple... y ya.'El santuario' es una de esas películas durante cuyo visionado uno se debate continuamente entre la apreciación y el rechazo para terminar por optar por la indiferencia. Porque al margen del punto de partida mimbres hay para hacer una buena cesta sin que al final dicha cesta sea capaz casi ni de aguantar su propia narrativa, un tanto morosa y particularmente irregular. No es que sea una película directamente mala, o necesariamente mal hecha, sino que da cierta sensación de compromiso, de estar resuelta con la misma eficacia con la que uno puede levantar y bajar la tapa del váter una vez se acude a cumplir con nuestras necesidades. En una palabra, le falta pasión, garra, algo que se transmite al espectador que recibe la propuesta con la misma frialdad ambiental que presuntamente se vive bajo las aguas de este "santuario", tal vez si pecamos de ingenuidad la misma causante de que un rodaje potencialmente complejo derive en una puesta en escena tan sencilla. Si bien podría haber optado por ser una deliciosa y simple propuesta de serie B, logro más que accesible dadas sus posibilidades, 'El santuario' al final opta por un peligroso punto medio indefinido, insustancial y perezoso en el que ambiciona ser un algo más sin aportar méritos para ello.
El desconocido e impersonal Alister Grierson, que cuenta en su haber con sólo una película previa que a juzgar por lo que me "chiva" FA no es nada del otro mundo de nombre 'Kokoda: Batallón 39', se hace cargo de esta clásica propuesta en la que un grupo de personas han de ir sorteando una serie de peligros, cuan niveles de un videojuego, para llegar a una conclusión a la que sabemos la mayoría de ellos no llegarán, siendo evidente además predecir quiénes serán los que seguro no volverán a ver la luz del día, si es que hay alguno que al final lo hace, que tampoco es plan caer en la molesta costumbre de desvelar su trama como si de un hecho real se tratará. Todo ello remarcado por el tan de moda 3D del que uno empieza a estar más que harto por mucho que se deje ver tanto o más que el título el nombre del "gurú" James Cameron, y sólo el nombre, no ya por el formato en sí sino porque es una nueva ocasión para fomentar el debate en torno a si su inversión merece la pena dada su escasa relevancia en la verdadera calidad de una película, esa que en no pocas ocasiones empieza por como se distribuyan las palabras sobre un folio en blanco. En esta ocasión sin ir más lejos las escenas acuáticas no lucen más y mejor que, por ejemplo, las de 'The Abyss', cinta que el propio Cameron rodó (en 2D) en 1989... aunque a nivel de fotografía si bien no luce el film al menos sí que da la cara, pues el problema de la imperfección del film va mucho más allá de la lente empleada para ser rodado.
Al ser un subgénero tan habitual es normal que a cada uno le vengan a la mente sus antecedentes favoritos, duros rivales ante los que nuevos candidatos han de demostrar al menos la voluntad de ser dignos contrincantes. Si recordamos más o menos algunos de estos antecedentes en los que la supervivencia del ser humano se pone a prueba, sean cuales sean probablemente estén más logrados que esta fallida 'El santuario', una cinta cuyo visionado no supone ningún ejercicio de supervivencia pero que necesitará de un verdadero esfuerzo para sobrevivir en la mente del espectador, algo que dichos antecedentes han probado ser capaces de hacerlo. 'El santuario' no aporta nada particularmente nuevo, poco más que una idea sumergida resuelta sin mucha maña ni originalidad, con un ritmo un tanto espeso y un guión que no escapa de las situaciones y lugares más habituales en los que el ser humano se ha tenido que ganar la vida en una pantalla de cine. Se puede ver y puede entretener, pues aunque dure unos 10 minutos de más tampoco nos tienta a huir de la sala en mitad de la función, pero a buen seguro que nuestra propia supervivencia, como espectador o como persona, no pasa por sumergirnos en esta aventura.
Nota:
5.0
por Juan Pairet Iglesias
Para verla y borrarla, no vale la pena que ocupe espacio en el disco duro. Unos personajes planos, unos diálogos casi estúpidos (no llegan siquiera a eso), un final previsible y sólo la incertidumbre del orden en que irian cayendo.
4/10 que se lo pongo porque las imagenes son buenas y en 3D supongo que impresionara el agujero visto desde arriba
Esto lo resume todo. Y al igual que Amármol, vista y borrada. Uno de esos bodrios de los que no merece la pena ni mencionar. Una idea plagiada que no desarrolla una trama alrededor. Cameron tiene tanta lana, que puede invertir su dinero en cualquier porquería -supongo ni le afecta que su nombre quede sumergido en las profundidades- y esta es prueba de ello. 2/10
En una de esas la sangre no le llega a al cerebro y nos tenemos que masticar un bodrio en su siguiente ejercicio como director... -que bueno, tampoco es el gran director-.