Buscador

Twitter Facebook RSS

'El hijo del otro': Nacido y hecho en...

Vía El Séptimo Arte por 05 de junio de 2014

¿Se puede dar marcha atrás? ¿Es posible hacer las paces? ¿La reconciliación es un objetivo o una quimera? Mejor dicho, ¿es siempre deseable el perdón? La lógica marcada por nuestra ética nos dice que sí, que efectivamente por mucho que haya subido el tono (o las amenazas, o directamente las agresiones) en un conflicto, siempre debe apostarse por una solución pacífica que, a ser posible, beneficie a todas las partes implicadas y que, además, deje a éstas como lo que un principio parecía que jamás llegarían a ser, esto es, amigas. Soñar, ya se sabe, no cuesta nada... aunque hay casos en los que lo mejor que se puede hacer es ser realista; ser consciente de lo jodidas que están las cosas y, por consiguiente, apuntar a objetivos quizás más ''discretos'', pero también infinitamente más factibles. Hablamos, por ejemplo, y por supuesto, del polvorín en el que inevitablemente se ha acabado convirtiendo Oriente Próximo.

Israel, en cuanto a estado; en cuanto nación... incluso en cuanto a concepto, es un auténtico desastre. Un cruel y sanguinario desastre. Lo peor es que se trata de un desastre en el que parece que se haya alcanzado el más terrorífico de los puntos de no-retorno. Recuperando la reflexión del principio: ¿Es posible hacer las paces? ¿La reconciliación es un objetivo o una quimera? Mejor dicho, ¿es siempre deseable el perdón? Parece que Lorraine Levy haya tenido todo esto en mente a la hora de plantear su nueva película. Porque 'El hijo del otro' aspira a ser algo más que un -enrevesado- drama familiar. La sinopsis nos habla de algo que ya nos han contado otras películas (sin ir demasiado lejos, la magnífica 'De tal padre, tal hijo', de Hirokazu Koreeda): una pareja ''cualquiera'' es llamada al hospital donde nació su hijo. Ahí les espera la peor de las noticias. Su vástago (quien se prepara para hacer el servicio militar de su amado país) no es quien les han dicho que es... pues en realidad es el hijo de otra familia. A esta otra familia, por supuesto, le pasa exactamente lo mismo.

Es dramático; hasta es, si se permite el símil, una auténtica bomba. Su potencia destructora, como sucede con otros artefactos explosivos, puede depender del sitio donde ésta haya detonado. En espacios cerrados, como es sabido, el daño es mayor. En Israel, el país de los muros, el ruido del estallido es ensordecedor. La pareja ''cualquiera'' de antes en realidad no ostenta este rango, pues el padre resulta ser un alto cargo del ejército hebreo. La otra familia, por cierto, es palestina. Boom. Una vez más: ¿Se puede dar marcha atrás? ¿Es posible hacer las paces? ¿La reconciliación es un objetivo o una quimera? Mejor dicho, ¿es siempre deseable el perdón? Exacto, no es tan fácil... Consciente de ello, el filme avanza con suma cautela, intentando no posicionarse en ninguno de los bandos enfrentados, dejando claro que detrás de las calamidades geo-políticas, hay personas que se enfadan, que ríen, que dudan y que, por supuesto, sufren.

Por si fuera poco, a los hijos les toca apechugar con toda la mierda que sus queridos ancestros han ido acumulando. Por cierto, a todo esto queda la duda naturalista, como ya sucediera con la citada cinta japonesa, de si la descendencia nace o se hace. A todo esto, un recordatorio que no está de más: seguimos en la tierra del odio, del rencor y de las cuentas por ajustar. Levy tiene la virtud de acercarnos a un conflicto ampliamente conocido (o al menos esto creemos) a través de una óptica tan complejo como ideal para incidir con profundidad en esta herida imposible de cicatrizar. El resultado es que durante la hora y media larga de duración de la película, el espectador es abordado de forma no-excesivamente abusiva por las vicisitudes y claroscuros de esta guerra interminable... lo malo es que al abandonar la sala, pocas sensaciones pasan el umbral. A pesar de la naturalidad y sinceridad del producto, prevalece también la engorrosa sensación de que, al fin y al cabo no se nos ha contado nada especial, porque... ¿hay algo nuevo que añadir al respecto?

Nota: 5 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

< Anterior
Siguiente >