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'Citizenfour': NSA is watching you

Vía El Séptimo Arte por 26 de marzo de 2015

Ahí fuera, en algún lugar concreto pero que desconozco, me está vigilando. No escapo de su mirada, pues la bestia tiene un millón de ojos. Están siempre abiertos e instalados en todos los rincones por los que tiene que pasar mi vida. En el trabajo, en el café, en la sala de cine, en el ordenador, en el teléfono móvil... en mi propio hogar. Su mirada atraviesa cualquier obstáculo hasta clavarse en mi nuca, en mi cara, en mi estómago... Dice que me ama, y que por esto me vigila. Dice que no quiere que me pase nada malo. Dice que ahí fuera, en algún lugar concreto pero que desconoce (de momento), se esconde ''el otro'', ese monstruo que conspira, día y noche, para destruirnos a todos. Sus razones no son claras; sus intenciones, sí... sus medios, ilimitados. Y la bestia, que nos quiere, no parpadea. Y nos sigue, allá donde vayamos. Sin descanso, sin excepciones... sin piedad.

Esta sensación ya la habías vivido antes. Mucho antes. Pero te habías convencido, con el tiempo, y por aquello de cuidar tu salud mental, de que todo se reducía a un sentimiento paranoide fruto de la juventud y de factores externos nocivos, y que por esto tenía que ser erradicado. Se terminaban los años setenta y ya asomaban los ochenta. Los traumas colectivos se sucedían, pero de algún modo u otro, se superaban. El Presidente dimitió, porque aquellos eran, al fin y al cabo (y vistos desde la lejanía), buenos tiempos. El país (y al parecer, el mundo) aguantaba... Hasta que cayeron las torres, y la bestia (gigante que recordó que tenía los pies de barro) rugió, de puro dolor, por primera vez en mucho tiempo. Y todo cambió. El humo de polvo se disolvió, los gritos se acallaron... pero el miedo adquirió sustancia, y se retroalimentó... y de una vez por todas, perdimos la cordura.

Si nos ceñimos a su trayectoria en solitario y en el largo, la carrera cinematográfica de Laura Poitras se reduce, de momento, a tres títulos: 'My Country, My Country', 'The Oath' y la película que ahora nos ocupa, 'Citizenfour'. Tres documentales que responden a la misma voluntad: Tratar de radiografiar las fracturas de un paciente gravemente herido. ¿Qué le pasó? El 11-S, claro. ¿Qué fue de él después de tan funesta fecha? En esto estamos... El principal problema que nos encontramos a la hora de afrontar el diagnóstico es el calendario. En pleno siglo XXI, y nos guste o no, la globalización es un fenómeno más que consumado (y para nada extinguido). Si además el objeto de estudio resulta ser la autoproclamada Policía del Mundo, los efectos (directos y secundarios) de sus actos (vinculados, claro está, a su status) cuentan con una serie de ramificaciones de lo más compleja. La trilogía americana de Poitras empezó en 2006 en Irak, siguió en 2010 en Guantánamo y en 2014 llegó por fin a los Estados Unidos.

Como si de algún modo se hubiera querido empezar con los síntomas (¿que fue si no 'My Country, My Country', ó aquella pantomima de elecciones de 2005, en el yermo donde pocos días antes gobernaba Saddam Hussein? ¿Qué es si no 'The Oath', ó la política con la que las garantes mundiales de las libertades ha estado tratando a los sospechosos de ser terroristas?) para así tener una mejor comprensión de la razón que los causa. Como habría procedido, de hecho, cualquier médico con un mínimo conocimiento de su oficio. Y si de profesiones hablamos, ¿por qué no acordarse también de otras que, tanto por métodos como por fines, están mucho más vinculadas de lo que en un primer momento podría parecer? Hablemos, pues, de la detectivesca y, faltaría más, de la periodística. Porque 'Citizenfour' nos lleva a Estados Unidos, y a Hong Kong, y a Brasil, y a Berlín... y es, ante todo, un documento periodístico soberbio, cuya naturaleza (que no necesariamente excelencia) viene refrendada tanto por el Pulitzer como por el Oscar (y el Bafta, y el Gotham, y el Satellite... así como otros muchos galardones, contabilizados a decenas) que se encuentran, respectivamente, al principio y al final de su proceso de gestación.

Apertura en magistral control narrativo, nudo a cargo de un astro llamado Edward Snowden y desenlace terroríficamente desesperante. Lo que ha hecho aquí Laura Poitras es firmar el thriller de espionaje político que, desgraciadamente, la ficción (en espera de una perspectiva histórica que sólo puede dar el tiempo, o de la aparición salvadora de algún Alan J. Pakula) no nos supo dar y que, afortunadamente, nos ha dado el cine. De la mano de un formato documental que debido a la perfecta comprensión del material con el que trata, borra las fronteras de su género para invadir las de otros. No en vano, 'Citizenfour' se alimenta, porque no le queda otra, de los mecanismos que han hecho funcionar siempre los mejores relatos de espías... incluso los de puro terror. Porque al fin y al cabo es la no-ficción la encargada de pegarnos ese bofetón que nos despierte y nos haga ver (que ya va siendo hora) una realidad (en la que vivimos, ni más ni menos) que parece sacada de la peor de las pesadillas.

''Todos los hombres del Sistema'', porque por supuesto, la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) es otro síntoma... como lo era, de hecho, aquel Gran Hermano de la gloriosa (?) nación de Oceania. Gracias a su lucidez, clarividencia y nitidez expositivas (que no son conquistas menores, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad de los asuntos tratados) este ''Garganta Profunda'' moderno, más que ser el -brillante- retrato de un escándalo, es la fotografía, en altísima definición, de unos tiempos desquiciados, que parecen escritos por el mismísimo George Orwell en uno de sus ataques de justificadísima misantropía. Hasta capturar el geist del 2.0, cuya pestilencia, por cierto, debería inducir, por lo menos, al desmayo masivo. Así, entre las entrevistas y las investigaciones más apasionantes, salen, a ritmo de revelaciones monstruosas, las vergüenzas de una comunidad (global) que, de forma más o menos consciente, entregó uno de sus bienes más sagrados (la intimidad, sí) a un aparato que bajo la máscara del paternalismo, resulta que escondía, con total impunidad y falta de remordimientos, el más obsceno de los desprecios hacia quienes le dieron el poder.

No son villanos, son héroes (y viceversa). Ah, y aquello no era paranoia: La bestia existe, básicamente porque tú mismo la creaste. Y para los incrédulos, unas cuantas muestras: ''La cordura no es estadística''; ''La realidad existe en la mente humana, y en ningún otro sitio''; ''No destruimos a nuestros enemigos, simplemente los cambiamos''; ''Quizás, un lunático era simplemente una minoría de una persona''; ''Deberíamos encontrarnos donde no haya oscuridad''; ''Si quieres ocultar un secreto, debes ocultarlo también de ti mismo''; ''La gran decisión que debe tomar la humanidad está entre la libertad y la felicidad''; ''Nada te pertenece, excepto los pocos centímetros cúbicos dentro de tu cráneo; ''Libertad es esclavitud; Ignorancia es fuerza'' y por supuesto, ''El Gran Hermano te vigila''. Todo esto venía en aquel ominoso '1984'... y en el 2014 (o 2015, según la fecha de estreno) de Bush, Obama, las redes sociales, Snowden, Greenwald y Poitras, exactamente igual. Pelos de punta.

Nota: 8 / 10

por Víctor Esquirol Molinas
@VctorEsquirol


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