Andrew, Matt y Steve son unos adolescentes absolutamente reconocibles, cada uno con su propia personalidad, que deben afrontar los típicos retos que se derivan de estudiar en el instituto, establecer nuevas amistades y explorar los nuevos aspectos de unas vidas en constante evolución. Son imperfectos, algo inadaptados y un poco imprudentes. Como tantos de nosotros, están obsesionados con contar su vida, por más que ésta sea trivial o, como en su caso, extraordinaria. Andrew, Matt y Steve se han topado con algo que escapa totalmente a su comprensión, o a la de cualquiera.
El ahora caído en el olvido John Landis tuvo el honor, en el cénit de su carrera, de poder considerarse como uno de los autores americanos con más influencia de cara al público. La concepción de títulos de culto como 'Granujas a todo ritmo' o 'Un hombre americano en Londres' (que de momento están aguantando muy dignamente el paso del tiempo) dan buena cuenta de ello. No puede hablarse de obras maestras del séptimo arte, principalmente porque nunca aspiraron a ser consideradas como tales, pero lo que de ningún modo puede ponerse en duda es que captaron (de hecho, siguen haciéndolo) a una audiencia que los hizo suyos, lo cual es a fin de cuentas el requisito imprescindible para triunfar en este negocio.
En la actualidad, con la década de los ochenta muy lejana, y con un rumbo profesional ciertamente errático, parece que ha llegado la hora de que el talento de la familia pase a ser propiedad de las nuevas generaciones, véase Max Landis, hijo del gamberro y entrañable director citado. No hablamos de ningún director, sino de un guionista, que a parte de haber hecho alguna colaboración televisiva con su progenitor, y de ser el encargado de escribir la que debe ser la presentación en suelo americano de ''nuestro'' Paco Cabezas, es también el autor del texto de la película que ahora nos concierne, 'Chronicle' una cinta que seguramente no figurará en ningún palmarés de prestigio, pero que salta a la vista que está pensada para triunfar en aquello en lo que papá Landis fue grande: conectar con el público.
Un público claramente delimitado, con unas exigencias aún más concretas, si cabe. Se trata, cómo no, del espectador teenager, el mismo que se deja encandilar tan fácilmente por mojigatas historias de amor entre humanos, vampiros y hombres lobo, o simplemente historias de gente supuestamente como ellos que busca desesperadamente echar un clavo por primera vez en su vida. En este caso, Max Landis se alía con el director debutante Josh Trank para revitalizar aquel fenómeno (que a la postre fue flor de un día) producido por la cadena NBC titulado 'Heroes'. Si en aquel mosaico sobrehumano aparecía alguna que otra referencia a la edad de las hormonas (véase Hayden Panettiere en el papel de la indestructible cheerleader), en 'Chronicle' el único telón de fondo es el instituto.
En él encontramos a los tres protagonistas, que vienen a representar los tres estratos más emblemáticos de la pirámide social adolescente estadounidense (el espejo en el que quiere reflejarse la amplia mayoría de niñatos del mundo). Está el arquetípico quarterback, no demasiado listo pero cuya belleza, carisma y don de gentes hacen que esté rodeado a todas horas por una ingente legión de adoradores. También está el chico encantadoramente rarillo, el que va a su bola, y aunque aparente estar por encima de conceptos tan vacuos como ''popularidad'', no va a perderse ninguna fiesta de la clase. Por último, aunque no menos importante, nos topamos con el creepy freak, el monstruito siempre escondido en algún rincón oscuro, y con el que es imposible intercambiar más de dos frases consecutivas.
Juntos componen un atípico grupo que por extrañas circunstancias va a convertirse en una todavía más atípica cuadrilla de superhéroes. El qué es éste; el cómo es donde a priori se encuentra el principal atractivo, y es que el relato de los sucesos huye de cualquier clasicismo para darnos otra muestra del a estas alturas algo sobado found footage. El mismo vídeo casero de la franquicia 'Paranormal Activity', la misma vista subjetiva de 'Monstruoso', la misma cámara al hombro de 'El proyecto de la bruja de Blair'. Lo hemos visto muchas veces antes, lo cual le resta algo de efectividad al formato (más aún cuando éste se nos presenta con el único y patético pretexto de que hay que grabarlo todo porqué sí). A pesar de esto, su elección permite al dúo Trank&Landis lucirse en momentos puntuales.
Cierto es que la presencia de la maldita cámara está del todo injustificada en no pocas escenas, lo cual hace que el conjunto pierda en credibilidad, pero gracias a esta elección se viven momentos de verdadero impacto, como la mayoría de secuencias en las que los chavales descubren sus nuevas habilidades (un poco al estilo de Johnny Knoxville y su pandilla de Jackass), haciendo gala todas ellas de un macarrismo y acierto a la hora de suministrar adrenalina encomiables. A destacar también una desmadrada (como no podía ser de otra forma) recta final en la que la apuesta narrativa explota convirtiéndose 'Chronicle' en un testigo de excepción y muy intencionado de la pantalla global en la que se ha convertido la era digital.
Sí, puede que la sensación de absurdo se imponga en casi todo el metraje, ¿pero acaso no lo son la mayoría de vivencias de los adolescentes? ¿Acaso no lo es cualquier teenager que se cree el rey del mundo? Desde luego, aunque también puede poner los pelos de punta. Ya lo apuntó Katsuhiro Ôtomo en su fundamental (mucho más allá de la consolidación del anime) 'Akira': no hay etapa más peligrosa y destructiva en la vida del ser humano que la pubertad. Porque todos los sentimientos están en ebullición y descontrol, y porque el descubrimiento del mundo, a pesar de ser una más que atractiva perspectiva, siempre conlleva miedos y frustraciones (hablamos de los colegas, de las drogas, de la primera experiencia sexual...). Mensaje entendido a la perfección y plasmado por Landis y Trank con originalidad y con ganas de aportar nuevos enfoques al subgénero. Así es esta crónica de los grandes poderes, que siempre conllevan una gran (ir)responsabilidad. Una montaña rusa tan anárquica como por ejemplo lo sería un adolescente con aptitudes telequinéticas.
Nota:
5,4 / 10
por Víctor Esquirol Molinas