De los directores de 'Algo pasa con Mary' y 'Dos tontos muy tontos', tal y como reza el propio cartel de la película, nos llega ahora una nueva comedia marca de la casa. Desde que se estrenase el megahit protagonizado por Cameron Díaz (y capitaneado por gag del gel fijador) estos dos hermanos han realizado 'Yo, yo mismo e Irene', 'Amor ciego', 'Osmosis Jones', 'Pegado a ti', 'Amor en juego' y 'Matrimonio compulsivo', sin que ninguna de ellas les haya alcanzado lo suficiente como para que su nombre aparezca en el cartel de su nueva película. Y cuando tras unas cuantas películas se te sigue vendiendo mediante el recuerdo de un film que hiciste en lo que bien podría ser otra vida, al igual que por ejemplo ocurría recientemente con Roland Joffé cuando estrenó 'Encontrarás dragones' veinticinco años después de, es que o no has tenido demasiada suerte o tu cine no ha sido capaz de ir mucho más allá de lo que en vez de un comienzo fue el principio del fin.
Así como Spielberg dejó de ser el director de 'Tiburón' o 'ET' para ser Spielberg, Cameron pasó de haber dirigido 'Aliens' o 'Terminator' a ser el rey del mundo con 'Titanic', a Nolan se le dejó de llamar "el de 'Memento'" tras su paso por Gotham o mismamente a Burton ya son pocos los que le recuerdan tras las cámaras "del Caballero Oscuro", a los Farrelly su talento no les ha permitido distanciarse de aquel gran éxito que durante los 15 minutos de rigor les permitió ser los Judd Apatows de finales de los noventa. Desde entonces sus films no es que hayan sido muy distintos a los que les ensalzaron como grandes promesas del humor norteamericano, producciones del mismo corte, aspecto e intenciones tal vez algo menos inspiradas y/o efectivas pero de resultados más o menos similares, y a los que sin duda el paso del tiempo les ha pasado factura por cuanto no han dejado de hacer prácticamente lo mismo una y otra vez sin percatarse del fundamento que da cobijo al dicho aquel de "renovarse o morir".El tiempo pasa. Es una verdad inmutable para la desgracia de (casi) cualquier mortal. Y como bien promovía Charles Darwin hace ya unos cuantos años el paso del tiempo puede suponer una evolución... puede. Al igual que la estampa clásica de aquel trabajador que ha dedicado toda su carrera profesional a realizar una y otra vez la mismo labor por la que ser remunerado -una imagen cada vez menos habitual en parte gracias a la buena mano de nuestros siempre bienamados políticos- existen una serie de directores que no pretenden más que seguir una y otra vez insistiendo en lo mismo y de la misma manera aún a pesar del paso del tiempo y mientras dure la fiesta, un paso del tiempo que si bien no tiene por qué afectar directamente a tu trabajo si puede hacerlo a la percepción que los demás tienen de él, amén de que la acumulación de antecedentes siempre acaban por derribar el conformismo de cualquier falso autor.
Los hermanos Farrelly, Peter y Bobby, son de esta clase de directores cuya voluntad como cineastas, si es que podemos considerarlos como tales, no ansia de alcanzar evolución alguna que dote a su cine de un fundamento artístico, ni mucho menos que vaya más allá de la suma de chascarrillos bienintencionados, inofensivos y falsamente groseros que son sus películas, con los que como profesionales del medio se ganan la vida y que dependiendo de la bebida que se tenga en la mano pueden hacer más o menos gracia. En el cine de los Farrelly no se aprecia ninguna evolución evidente, ya sea en la forma o en las maneras, y tanto sus libretos como su puesta en escena siguen siendo francamente planas, rayando lo incomprensible ofensivo tras haber ejercido tantas veces detrás de una cámara. Tampoco se aprecia un intento por aprender o intentar cosas nuevas, al menos que sacar un pene en pantalla se pueda considerar como toda una analogía poética de un ingenio tan inmaculado como digno para ser incluido entre lo mejor del año cinematográfico.
El cine de los Farrelly está marcado por el conformismo industrial en que el tiempo ha transformado a su irreverencia de los 90, muy a tono con una industria a la que sirven con indudable profesionalidad y eficacia, algo que vuelve a evidenciar su última propuesta, esta inofensiva y entretenida 'Carta blanca' cuyo recuerdo se perderá como lágrimas entre la lluvia una vez uno haya vuelto al mundo real. Es una más de esas comedias que uno puede ver y con la que uno se reirá en no pocas ocasiones sin ser éstas tampoco demasiadas, y que en buena ley y siendo justos cumple con la poca ambición que la justifica como producción, pero a la que sin duda le falta esa chispa vital que con tanto ahínco buscaban los Decepticons y que sí existía en sus mejores trabajos... Ya ha llovido desde que Mary y unos cuantos gags antológicos (como el del interrogatorio al que es sometido Ben Stiller) hicieran del nombre de los Farrelly algo digno de ser escrito en un cartel de cine.
El tiempo pasa de tal manera que lo que hoy puede ser nuevo y fresco mañana no tiene por qué serlo. 'Carta blanca' es ese mañana, el mañana de una 'Algo pasa con Mary' que se levanta con resaca. El humor y la gracia siguen estando ahí -aunque a la ecuación le falta algún gag demoledor-, y la buena predisposición será recompensada con unas no pocas carcajadas que ayudarán a sobrellevar el tufo moralista inevitable de toda producción de buena voluntad hollywoodiense (¿alguien duda de cuál es la moraleja de la película?). Pero ni su efecto ni el ingenio puesto a su disposición parecen lo mismo. 'Carta blanca' parece una comedia y a menudo funciona como una comedia, proporciona unas cuantas risas que nunca vienen mal y encima no nos incitará a gastar espacio en el disco duro de la cabeza. Se le puede pedir más, claro está, pero al fin y al cabo los Farrelly no son más que los personajes que con tanta convicción interpretan los correctos Owen Wilson y Jason Sudeikis: unos adorables, inmaduros e imperfectos gañanes que intentan reeditar una y otra vez aquellos maravillosos años.
Nota:
6.2
Por Juan Pairet Iglesias
Jenna Fischer y Christina Applegate hacen de sus respectivas mujeres, hartas del comportamiento infantil de sus maridos y tras el consejo de una amiga deciden darles carta blanca.
Esta consiste en darles una semana libre del matrimonio a sus maridos, donde pueden hacer lo que quieran, incluso ponerles los cuernos que dada su libertad no serían considerados como tales ni tendrían reprimenda. Ellos creen que si fueran solteros se tendrían que quitar las tías de encima como moscas y ellas creen que son unos flipados que no saben ni lo que significa ligar a estas alturas y van a volver a sus brazos corriendo enseguida.
Este es básicamente el planteamiento de la cinta durante la que veremos como aprovechan su semana libre, si están tan en forma como ellos creen o tan oxidados como dicen las mujeres y si realmente ellos son las que la necesitan o les viene mejor a sus propias mujeres.
Tenemos ante nosotros otra comedia del tipo de moda de hombres con la crisis de los cuarenta cansados de la rutina y de sus mujeres que se van de fiesta, viaje o similar por su cuenta. Parece un tipo de peli en expansión tras el boom de Resacón en las Vegas a la que le siguieron otras como Jacuzzi al Pasado, aunque la citada de los amigos de despedida no inventara ni mucho menos el género.
Se caracterizan por sus situaciones disparatadas y exageradas, sobretodo a medida que avanza el metraje y esta no se sale de ello.
Los secundarios suelen tener un papel importante y de apoyo a los protagonistas, añadiendo secuencias sorpresivas e hilarantes, cosa que no es el caso en esta cinta dado que ninguno destaca, ni siquiera el intento fallido de Richard Jenkins de hacer de gurú ligón. Le daremos a las tetas de Nicky Whelan el premio a mejor momento de actor (actriz en este caso) secundario de la peli. Aunque para ser justos y ahora que recuerdo (es que la vi hace ya bastantes días y mi memoria es cada vez peor) Stephen Merchant ofrece la mejor escena de la peli, la única que hace sacar un risa y eso si, tras los créditos finales, lo que dice muy poco de la cinta.
No se libra la cinta de sus momentos escatológicos, del tanteo de los protagonistas (estereotipado y exagerado como no) con los estupefacientes y demás clichés del género.
Los Hnos. Farrelly no son nuevos en esto de la comedia, de hecho es el único género con el que trabajan y aunque tienen algunas buenas, otras aceptables y otras basante reguleras (depende de a quién preguntes como todo) está no será de las que pase a la historia en su filmografía, la cual de hecho no podamos decir que sea memorable.
Tiene como digo algún momento de desmelene en el que se acelera pero en general es bastante plana y con el final moralista esperado que te deja peor sensación que suma a lo poco destacable visto hasta el momento. Risas pocas por no decir ninguna (como digo la única escena que me la sacó fue en los créditos finales) y aunque no es vergonzosa ni una comedia cutre causa bastante indiferencia.
Un 4.5
Ami las pelis en las que sale owen Wilson me suelen gustar , de todas maneras e reido en algunas escenas aunque el final es algo tipico .
Con todo eso le doy 5.5
Con ver el trailer se sabe que no es una película seria ni de esas que te hacen pensar, sino una película que sólo busca entretener y hacer reir a la gente con un humor algo obsceno. Conmigo lo han conseguido (a lo mejor soy bastante simplón, pero me reí mucho en algunas escenas)
Puede que se haga algo aburrida en algunos momentos y que Owen Wilson aparezca en toda la película (hay películas del tipo que son infumables), pero eso se olvida con Jason Sudeikis (soy fan suyo desde que hace cuatro temporadas me enganché a Saturday Night Live) y con el papel (aunque no muy grande) de Christina Applegate.
Por eso le doy un 7/10
'Carta blanca' es de las más flojas, pero cumple lo básico de los Farrelly. Hay lenguaje soez, entretenimiento y momentos tan ridículos como surrealistas. Como contrapunto, aquí su habitual amor por la comedia romántica salta a la vista más que en otras, y su final es esperado a más no poder. Y en líneas generales resulta mucho más clonica que algunas genialidades suyas como 'Algo pasa con Mary' o 'Yo, yo mismo e Irene'. Pero esto no es impedimento para echarnos unas risas con la correcta pareja protagonista, con una sátira sobre la vida en pareja que se ríe de todos los tópicos que podáis imaginar y con una última escena que resulta genial e inesperada. Una gran forma de acabar con la película. 100% Farrelly.
Un 5, aunque muy pelado.