Buscador

Twitter Facebook RSS

'Bruc. El desafío': ¿Acorralado a la española?, pues sí

Vía El Séptimo Arte por 21 de diciembre de 2010

Cuenta la leyenda, que el 4 de Junio de 1808 el ejercito del todopoderoso Napoleón se dirigía desde Barcelona a Manresa, Igualada y Zaragoza cuando fueron sorprendidos por una tromba de agua que hizo que tuviesen que estar detenidos en Martorell hasta el día 6. Esto dio tiempo a las tropas españolas a organizarse y plantarles batalla en El Bruch, haciéndolos huir. Pero los franceses se rehicieron y organizaron de nuevo y prepararon un plan para cruzar el Bruch de manera que el 14 de Junio se volvieron a enfrentar los dos bandos. En aquella batalla, un humilde pastor de la zona, que era demasiado joven como para combatir, en su afán por ayudar se escondió en una de las laderas de la montaña de Montserrat y empezó a tocar el tambor para alientar a las tropas españolas, pero el eco de la montaña hizo que aquel tambor solitario pareciesen cientos y los franceses, creyéndose de nuevo en inferioridad, huyeran otra vez. Aquí acaba la leyenda...

... y empieza la película. Partiendo de lo anterior, con algunas pequeñas modificaciones y con la novela Primera Sangre (en la que se basa la película nortemaricana El Acorralado) como referencia, el guionista Jordi Gasull (junto con Patxi Amézcua) construye lo que pretende ser una película de aventuras en la que cuenta a modo de Western Napoleónico los días que transcurrieron justo despues de esa última batalla. Y la verdad es que la idea no es del todo mala y hasta se le podría sacar brillo, incluso iría un paso más allá y pienso que hubiese servido perfectamente para desarrollar una serie de televisón con ella (como imagino que soy de los pocos españoles que no han visto ni un sólo capítulo de Águila Roja, no sé si podría ser o no algo parecido). El problema de esta película es pretender ser lo que otras ya han sido y hay radica su error. Sin pretender más allá que el puro entretenimiento, no se toma en serio a sí misma y lastra enormemente el trabajo de los demás apartados artísticos del film que sí que parecen tomarse el trabajo con mucha mas solemnidad.

La verdad es que siendo justos, esto no es del todo cierto, porque la película da la sensación de tan sólo haberse tomado en serio ciertas cosas dejando las demás como pura necesidad para completar el film, es decir, si bien el vestuario y la ambientación es notable, estos se tiran por tierra totalmente cuando los diálogos parecen ser de otra época y no me refiero a que esten mal hechos (cosa de la que no voy a hablar) sino que más que un personaje de principios del siglo 19 vestido como tal, sea una persona del siglo 21 disfrazada de pastor catalán cuando sólo le falta decir "tío", al final de cada frase. No se puede pretender que el lenguaje utilizado en esa época sea el mismo que se utiliza hoy en día y es que hay momentos en los que hay mayor coherencia general en los gags del Tio de la Vara. Si en algunos momentos la cámara nos sorprende (sobre todo al principio) con momentos realmente buenos de imágenes que muestran los sonidos del tambor (muy imaginativo y potente) o el devenir de un lápiz al surcar una hoja (genial), en otros se torna insípida y aburrida con unos amplísimos planos generales de la zona pretendiendo introducir la sierra de Montserrat como un actor más dentro de la trama pero consiguiendo realmente que se acusen éstos como un bajón terrible de continuidad que da la sensación de ser un anuncio de turismo de la zona recordando esos hermososo y somnolientos documentales de La 2 o semejando aquellos envases de determinadas marcas de zumo o leche que tan de moda estaban en series como Los Serrano.

Es en esas incongruencias en los que se pierde este Bruc, en el que si hay alguien que intenta dar la cara en todo momento es el plantel de actores. Con un buen Vincent Pérez (perdón, sin acento ya sea en Francés o dentro de poco en nuestro castigado Castellano) como cabeza visible de esa cuadrilla encargada de separar la cabeza del tronco al héroe, con un mejor Santi Millán (al que da gusto ver en un registro totalmente opuesto a lo que estamos acostumbrados) recreando a un sardónico y rencoroso oficial español que prefiere estar en el bando contrario y con un superior Moussa Maaskri dando vida a un fiel rastreador de ascendencia morisca que sin necesidad de palabras ni grandes frases deja su poso cuando aparece. Y por el otro bando una encantadora y la vez ingenua Astrid Berges-Frisbey que dá lo poco que el guión le ofrece con un personaje que lleva a cuestas la carga que supone ser la amada de un Juan José Ballesta tornado en héroe a su pesar. Lástima que el cabeza principal y sobre el que pesa todo el metraje de la cinta sea el que peor parado sale de todos, haciendo que las mejores escenas suyas, sean aquellas que tiene en soledad no teniendo más que hacer que dar la cara en pantalla, sin una sola línea de diálogo que llevarse a la boca. Sin menospreciar a Juan José Ballesta, del que sigo pensando tiene más de donde sacar, su Bruc se queda en una pobre mezcla de aprendiz de Stallone (con todo lo que eso significa a nivel interpretativo).

Lo peor de todo es que la película podría haber sido mucho más a poco que se hubiese cuidado. Y me molesta especialmente el que pueda parecer que en España no se pueden hacer cosas a la altura de otras industrias simplemente por el hecho de que el dinero no llega. Este es uno de esos casos en los que da la sensación de que como había poco dinero y nos gusta regocijarnos en nuestra propia pena, no podemos ser todo lo cuidadosos que se debería y se descuidan aspectos que a la postre acaban haciendo que nos lamentemos de que el cine español sea como es. ¿Por qué nos empeñamos en quejarnos de que nunca podremos llegar a hacer las cosas que hacen en hollywood y a manejar los presupestos que ellos manejan, cuando podríamos demostrar que el buen hacer (que lo hay en España, y mucho) no tiene nada que ver con el dinero, sino con las ganas de sacar una idea adelante pero no de cualquier forma, sino con mimo y cuidado?.

Por desgracia para nosotros, este Acorralado a la Española se queda en esa franja de indiferencia que hace que ni sea mala ni consiga llegar a ser buena, de forma que las pasiones que pueda levantar siendo maravillosa o catastrófica no sirvan en este caso hacerle la publicidad que le podría hacer falta para competir con cualquier otra americanada a la que se enfrente y que tenga una calidad semejante. Y como todos sabemos, no hay nada más terrible en esto del cine que andarse con tibiezas deambulando en tierra de nadie, porque es ahí precisamente donde se acaba, en el lugar del que no se acuerda nadie.

Nota: 5 / 10

por David J. Soto

< Anterior
Siguiente >