'Brick Mansions (La fortaleza)' tiene la particulariedad de ser la última película (completa) que rodó Paul Walker quien, como todos sabemos, falleció a finales de noviembre pasado en un accidente de tráfico. Ni hace seis meses. De igual manera que ocurría con el James Gandolfini de 'Sobran las palabras' es inevitable no caer en la tentación de pensarlo mientras se le ve en pantalla, como resulta no menos tentador pensar que dicho y trágico accidente le ha dado algo de relevancia a este filme. Dicho de otra manera pero sin ánimo alguno por ofender o ser irrespetuoso, que nos conocemos, su fallecimiento ha podido ser determinante a la hora de impulsar hasta una sala de cine a este directo a DVD (sin extras).
'Brick Mansions (La fortaleza)' es el remake norteamericano de 'Distrito 13', cinta de acción francesa que en 2004 supuso el debut como realizador de Pierre Morel, responsable a su vez de la primera 'Venganza' de Liam Neeson. Y el productor y guionista de ambas versiones es Luc Besson, algo particularmente llamativo por cuanto esta nueva versión empeora prácticamente en todo a su predecesora, cinta que sin ser un prodigio cumplía perfectamente con su cometido, sobra decir el mismo en el que falla el debut de Camille Delamarre. En parte, porque Besson se dedica a traducir antes que a reinterpretar, como quien copia y pega perezosamente del traductor de Google. Y a coger el dinero y a correr.
Pero no es lo mismo decir "Se me ha ido el santo al cielo" que "the saint has me gone to heaven" (según me chiva el... traductor de Google). Algo así ocurre con una producción (muy) francesa que traducida al inglés no se entiende igual; es más, directamente no se entiende. Ni mucho menos se disfruta. Una serie de cambios que, dentro de un mismo molde, ni adquieren el mismo sentido ni ofrecen el mismo juego. Ahora Walker es un policía con sed de venganza y vocación anti-tabaco, y lo que antes eran seis meses en esta son seis horas. Ya no es la hermana sino la novia, y el malo al que interpreta RZA ya no es el malo, tan sólo un rapero "molón" aficionado a la cocina que intenta ponerle algo de color al guiso.
"Pequeñas diferencias" que decía Vincent Vega. Pequeñas pero sustanciales, fundamentales, que lo son todo, especialmente en su intento de hacer pasar esta versión de '1997: Rescate en Nueva York' por una simple -y muy simplista- buddy movie en apariencia del gusto americano, como cuando nos hacen creer que en España todos llevamos boina. Simple como un chupete y al servicio de su estrella, un Paul Walker al que le costaba llamar la atención -por algo sería- sin Vin Diesel al lado. 'Brick Mansions' carece de sentido, de gracia. De fundamento. Y el resultado, con o sin comparación con su homónimo francés, viene a ser tan irrelevante como cualquier video-estreno montado a partir de los descartes del doble de Van Damme.
Esto es, una producción de acción que parece hecha con pereza y porque alguien, quien sabe si tras una noche de copas, se encontró con un contrato firmado. Una película que se limita a seguir las pautas marcadas por su original cual screener grabado cámara en mano en una sala de cine. Eso vendría a ser esta 'Brick Mansions (La fortaleza)', una cinta que para quien tenga tiempo que perder sólo ofrece un asidero ante el abismo del olvido: ser vista en sesión doble con su reflejo francés. Un ejercicio de contrastes del que se pueden extraer según que "pequeñas diferencias". Esto es, como cuando quien se ha leído el libro entiende aquello que la película no ha sabido explicar. Porque por lo demás...
Nota:
3,5
Por Juan Pairet Iglesias
Lo mejor, su póster. Nota: 5.