'¡Ave, César!' - Crueldad (in)tolerable
'¡Avé, César!' es una película desconcertante. Por culpa del nombre de los Coen (y de los de toda su cohorte de amigos) no tengo claro hasta que punto podemos dar por buena o por mala una propuesta que en manos de un desconocido causaría la misma indiferencia... aunque irremediablemente llamaría menos la atención -aunque esa no sea la expresión más adecuada-. Es lo que tiene ser alguien con nombre y apellidos como los Coen: a veces no sabes hasta que punto les estás riendo las gracias por ser quiénes son, y a veces no sabes si les estás castigando duramente con el mismo argumento. Claro que si la propia justicia no sabe lo que es justo, ¿por qué hemos de serlo nosotros?
A menudo ocurre que les exigimos más a los buenos que a los no tan buenos. O mejor dicho, que les exigimos más a los que han demostrado que son capaces de dar más. Es un hecho que a más de uno le habrá pasado, por ejemplo, en el trabajo y cuando a según que empleados se les pide "que hagan lo que puedan" mientras a otros se les pide un rendimiento concreto. Al menos cuando las cosas iban bien, el capitalismo era lo más de lo más y lo que ahora está tan mal visto era lo suficientemente habitual como para que casi todo el mundo lo entendiese como algo natural. En fin...
Hablaba de los Coen, supongo, y hablaba de '¡Avé, César!', me imagino. Y de que los Coen han demostrado en otras muchas ocasiones que son capaces de hacer que algo como '¡Avé, César!' merezca la pena. Ese es justo el problema, que en esta ocasión no consiguen que su película merezca la pena. Es más, si nos da por el nombre y decidimos compararla con alguna otra película firmada por Joel y Ethan el resultado puede ser descorazonador. En especial por la impropia sensación de irrelevancia que desprende lo que, sobre el papel, se presupone es algo parecido a una carta de amor.
De hecho tanto nombre en este caso "huele", especialmente cuando algunos de ellos como Frances McDormand o Jonah Hill -este con foto en el cartel- no aparecen en la película más que lo que aparecen en su tráiler. Y es que más que como película, '¡Avé, César!' se presenta como una sucesión de sketches más o menos acertados dónde sus dos tramas principales, las protagonizadas por Josh Brolin y George Clooney, se diluyen por completo entre una morriña de aires tan pulidos y mecánicos que la sátira, el cinismo y el disparate acaban demasiado soterrados a orillas del mar.
Como si de pronto alguien les hubiera pedido una película a los Coen, como si hubieran dado salida al proyecto mucho antes de lo debido, como si lo de firmar guiones para Angelina Jolie, Steven Spielberg o ellos mismos ya sólo fuera una manera de pagar las facturas. O peor aún, como si lo que nos ha llegado fuera un "encaje de bolillos" post-rodaje impropio de quiénes han firmado joyas como 'El gran Lebowski', lo que justificaría su vaivén rítmico o la sensación manifiesta, incómoda, molesta y especialmente desconcertante de estar hecha un poco por hacer y con el piloto automático.
De no ser de los Coen irremediablemente llamaría menos la atención... aunque esa no sea la expresión más adecuada. El encanto, imaginación o energía que hemos podido contemplar en otras de sus películas aquí desaparece en favor de la versión perezosa, funcional e industrializada que, como ocurre a menudo con el Woody Allen reciente, nos ofrece algo que "no aburre", está "curioso" y tiene detalles "marca de la casa". ¿Es suficiente con el nombre? En realidad no... pero al igual que sucede con la propia película, puede valer como salvoconducto para evocar los años dorados de los Coen.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Le doy un 5,5 y no sé por qué.
Y en esa no estaba ni acreditado.
Dos meses después aún tengo menos claro el por qué de esta película. O sea, que es un proyecto que no entiendo salvo que, espero que no, lo que se ha estrenado es una versión "recortada" de una película fallida.
Malabares y contratiempos. Demasiados. Nota: 4.