Hablar de
'Ágora', es hablar de Amenábar. Entendiendo al autor se puede explicar más o menos bien que la película resulte pretenciosa en tan altas dosis, que sea dispersa en sus reflexiones argumentales y que contagie más frío que un helado en la Plaza Roja en invierno.
Que sea presuntuosa no me sorprende demasiado. Puede haber varios tipos de genios. Aquellos que saben que lo son y los que no. Y dentro de estos, los que necesitan exhibirse de vez en cuando y los que no lo necesitan. Amenábar no pertenece a ninguna de estas clases - en mi opinión, claro está - sino a la de aquellos que creen serlo y además necesitan demostrarlo. En el apartado técnico de
'Ágora' podemos meter desde planos rotativos invertidos hasta la machacona banda sonora, de cuestionables tintes épicos (coros por doquier) durante casi dos horas. Se respira la necesidad del autor por hacer "cosas" diferentes, por dejar marca. Y eso distrae y mucho. El problema es que no es lo mismo
ser que
parecer. Ver que observar. Homenajear que imitar. Con semejante limitaciones
'Ágora' no alcanza más allá de una cuidada ambientación y unos buenos efectos especiales. Es un querer y no poder. Todo un ejercicio de personalidad artificial.Lo gordo del asunto, al margen de las ínfulas de rey del director, es el cacao argumental del que adolece la película. A medio camino entre la recreación histórica, el fanatismo fascista religioso, una historia de amor y el debate ciencia-religión, dependiendo del minuto en que se pille apunta hacia un lado distinto cada vez.
Cuando parece que es un linchamiento personal contra el cristianismo, aparece la ciencia y el desarrollo de la humanidad cual faro alejandrino. Cuando no es eso, es la soterrada historia de amor-desamor entre un ama y su esclavo, una yihad religiosa, un alegato cultural o la muestra de un imperio en decadencia. Es más fácil acertar a una piñata con los ojos cerrados que seguir las idas y venidas de los personajes de este film, perdidos y arrastrados por un barco sin rumbo alguno (que se lo digan al Davo de Max Minghella). Despojar de encanto a la siempre interesante Rachel Weisz tiene su miga, ojo. Así no es de extrañar que los momentos que deberían ser puro clímax como la quema de los libros de la Biblioteca o la no genuflexión de Orestes ante la palabra de Dios acaben resultando puros trámites para llegar cuanto antes al
The End. No soy muy amigo del efectismo barato y sin clase, pero coño... algo que te remueva de la butaca para bien o para mal, no estaría mal por caridad.
Al final me levanto de mi asiento aliviado, pero preguntándome si este tío no ha hecho su particular plagio a
2001 de Kubrick intentando colarme su versión - mala - de la evolución humana mezclada con esas imágenes del planeta Tierra desde el espacio. ¿Alguien más comparte esa sensación o son sólo paranoias mías?
Nota:
3,50/10
Por Jason
Un 3,8/10
Pienso básicamente lo mismo, salvo que Rachel Weisz sí me ha gustado y Davo también, pero le pongo un 6'9
'Ágora' se centra en Hipatia y en sus alumnos (entre ellos, dos de los protagonistas, Orestes y Davo) quienes, algunos de ellos, llegaron a los puestos de alto rango, aunque el argumento engaña un poco pues no se centra (no del todo) en la historia donde Orestes y Davos luchan por el amor de Hipatia, sino más bien muestra la historia de Alejandria desde poco antes de la toma de los cristianos y como Hipatia sigue con sus quebraderos de cabeza para descubrir el movimiento de la Tierra.
Por otro lado se nos muestran las barbaridades de la religión donde no importa matar a un ser humano de diferente fe solo por conservar la propia por encima de las demás. Por tanto, la película se puede resumir en eso, la historia de Alejandria en un momento temporal determinado tomando como protagonistas a Hipatia y sus alumnos.
En general, la película esta muy bien gracias a su interesante historia y a su ritmo de narración que hace que la película pase volando. El reparto esta correcto en sus interpretaciones sin que me haya que destacar a ninguno y los elementos visuales (fotografía, vestuario) dan el pego.
Le doy un 6.