Desde Disney nos llega en estas fechas próximas a las navidades su siguiente apuesta de imagen real con una campaña mediática no demasiado salvaje (para lo que solemos estar acostumbrados) y confiando en que llegue a esas fechas con una taquilla que amortice sin problemas los nada desdeñables 80 millones de $ de su presupuesto, y es que desde aquellos tiempos de 'Tú a Boston y yo a California' o de 'Los Robinsones de los mares del Sur' mucho ha llovido y la manera hacer cine de la productora ha evolucionado hacia la ceración de productos no sólo entretenidos, sino prorrogables en el tiempo, es decir, hoy en día cualquier producto que entre a los estudios debe tener muy claro ya no sólo que ha de cuidar unos valores éticos y morales de los que se hace gala en sus productos (por algo deben ser para todos los públicos), sino que más importante que todo eso es el dinero que se le pueda sacar reutilizando la idea en siguientes filmes. Desde que descubrieron (sin haberlo previsto) el fenómeno que supuso Piratas del Caribe y lo mucho que se puede conseguir estirando el chicle si este es de una calidad aceptable, se han esforzado todo lo posible en repetir dicha fórmula en este tipo de cine comenzando por esas Crónicas de Narnia de las que ya llevamos tres entregas (tranquilos habrá una cuarta), continuando con ese fenómeno de masas (infantiles y adolescentes por supuesto) ahora extinguido que fue High School Musical y esperando enfervorecidamente haber vuelto a acertar con este Acero Puro que nos ocupa.
Pero ojo, no nos vayamos a pensar que es interesante la durabilidad por la taquilla que se pueda generar con ello, no nos engañemos y seamos tan ingenuos, el verdadero interés en que la madeja se alargue es todo lo que se genera alrededor de los productos y que se ha dado en denominar merchandaising o en este nuestro querido castellano mercadotecnia que gracias a la visión de un tal Lucas tuvo es su momento, es capaz de multiplicar hasta el infinito y más allá las ganancias reales generadas por cualquier película, baste como dato de su importancia el que la película más rentable de la historia de la Disney lo sea no ya por el dinero recaudado en taquilla (la mayor recaudación en taquilla dentro de la productora corresponde a Piratas del Caribe: El Cofre del Hombre Muerto a la que no se acerca ni de lejos) sino por la cantidad de productos asociados a ella que cada día se venden y copian y que no es otra que… les dejo que se lo piensen y apuesten, al final se lo digo, sólo una pista, es de dibujos animados.
Y porque pienso todo esto, muy sencillo, Acero Puro a pesar de contar con las caras de la canadiense Evangeline Lilly (Kate en Perdidos y que volveremos a ver en El Hobbit de Peter Jackson) y el australiano Hugh Jackman (de este no creo que haga falta decir nada), aun basándose en una historia del gran Richard Matheson (el mismo del que salieron El Increible Hombre Menguante, El Diablo sobre Ruedas o Soy Leyenda sin ir más lejos) y teniendo al prolífico Danny Elfman para poner la partitura, no consigue ser un producto destacable más que por las más que conseguidas peleas de robots. Por supuesto que este debía ser el punto fuerte de la película, de eso no había duda y a fé mía que se consigue, con unas espectaculares imágenes de lucha tan logradas que parecen reales (cierto director adicto a los robots transformables debería echarle un vistazo a esta y aprender un poco sobre como mostrar de forma espectacular una lucha de robots sin necesidad de marear al personal con el montaje), con unos efectos especiales que no sólo son lo mejor de la película, sino que son el motor de la misma ya que todo lo demás queda eclipsado cuando hacen aparición las luchas. Pero es que esto es así no porque se haya programado para que lo sea, que sería lo lógico, sino porque la trama brilla por su ausencia, más allá de poner juntos a los protagonistas y hacer que estos vayan de una lucha a otra con algún atisbo pequeño de interconexión en sus historias para intentar tener algo de profundidad (que luego desechan cual pañuelo usado) a sus personajes y crear una falsa coherencia en el conjunto, esta no da más de sí.
No es posible que habiendo tanto de donde sacar: el pasado de Charlie, el pasado de Max, el pasado Bailey, la relación de Bailey y Charlie, la madre de Max, la evolución del boxeo Humano al Robótico y un millón de trazos más existentes de los que sacar un buen dibujo, que se complementaría a la perfección con las espectaculares secuencias de lucha que hay, se hayan empeñado en dejar todos los agujeros habidos y por haber sin tapar, pues es posible creanmé. Y es que el deambular durante 126 minutos de este Acero Puro no lleva más que a la frustración y al desengaño propio, haciendo que un film con todas las posibilidades habidas y por haber debido por la riqueza que el propio entorno y el comienzo de la historia desprenden, recuerde en todo momento a cualquier otro típico y tópico film de la Disney de aquellos lejanos años 70 y 80 que en su momento eran correctos, pero que hoy en día destilan un tufillo a rancio, en el que el crío protagonista o era demasiado inocente o demasiado listo (un enteraillo que dirían algunos o mejor dicho dirán de este Max), con unos adultos que servían para darle la réplica y que no llegaban más lejos que a un vago recuerdo a los que hoy somos adultos que en aquel entonces nos entreteníamos con ese cine de sobremesa que nuestros padres dormían en el sillón adjunto (que para eso les servía). Demasiado recuerda esta a films como Yo, El Halcón, Rocky y sus secuelas (sobre todo a la cuarta en esos épicos combates entre Balboa y Drago) como para no pensar que las casualidades no existen y si alguno de ustedes aun recuerda los títulos mencionados ya tiene algo con lo que entretenerse entre combate y combate, luego ya me contarán si llevo o no razón.
Correcto y entretenido aunque mejorable, es lo que se puede decir de este Acero Puro que descaradamente apuesta por que el público al que va dirigido (los niños), salgan de la sala babeantes ante el sueño de poder emular al protagonista controlando un robot luchador, ¿a que niño (y no tan niño) no le entusiasma la idea?. Seguro que Disney ya ha pensado en ello (sino Acero Puro será un desperdicio) y las cartas a los reyes magos del año que entra en breve se verán incrementadas con todo aquello que se asemeje a un par de titanes de metal enfrentándose a muerte.
Nota:
6
P.D. Teníamos pendiente una apuesta. Yo apuesto siempre por Rayo McQueen ¿y usted?
Por David J. Soto