Durante los últimos años ha planeado una inquietante duda sobre el festival de Cannes. La concesión de la Palma de Oro es cada vez más controvertida, con lo que no es de extrañar que año tras año la opinión del gran público con respecto a ella sea menos unánime. Siempre hay una o dos grandes favoritas a llevarse tan ansiado premio, pero al último momento aparece el filme que apenas constaba en alguna quiniela para acabar llevándose el gato al agua. Cómo se explica este fenómeno? Será una consecuencia directa del sistema del “presidente del jurado” (véase a Quentin Tarantino dejando boquiabierto al personal al dar la Palma de Oro a ‘Fahrenheit 9/11’)? Echando un vistazo al palmarés de los últimos diez años es difícil no preguntarse si será un patrón que responda a una voluntad de acercar al gran público el cine más exótico y a priori minoritario. O quizás todo será una mera coincidencia ya que en realidad se está premiando a la mejor película? No corresponde a este humilde cinéfilo resolver este enigma, sino más bien centrarse en ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’, que sin ser perfecta, a mi entender es una de estas películas realmente duras y necesarias.
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