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Tráiler de 'Hysteria', o cómo creé el primer vibrador electromecánico del mundo

Vía tiff. por 17 de agosto de 2011
Que levante la mano quien supiera que los primeros vibradores mecánicos se empezaron a usar a finales del siglo XIX, y que levante aún más la mano quien supiera que empezaron a usarse por "prescripción médica" para curar la llamada histeria femenina, enfermedad que hoy en día se podría entender como una mujer verdaderamente cabreada. Qué cosas, ¿no? 'Hysteria' cuenta la sorprendente historia de como Mortimer Granville, un joven doctor de la época victoriana que en el nombre de la ciencia llegó a desarrollar el primer vibrador electromecánico del mundo con el objeto de descubrir la clave de la felicidad de las mujeres. Suene como suene y a pesar de lo que pueda parecer, sin embargo, esta película de Tanya Wexler no enseña "cacho" sino que lo hace a través de un tono de comedia romántica que protagonizan Maggie Gyllenhaal, Hugh Dancy, Jonathan Price, Rupert Everett y Felicity Jones, entre otros. La cinta se presentará próximamente en el tiff., por lo que pronto empezaremos a oír que tal le va. De momento, y tras el salto, su tráiler...


Según la Wikipedia: La histeria femenina era una enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX. En la era victoriana fue el diagnóstico habitual de un amplio abanico de síntomas, que incluían desfallecimientos, insomia, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas”.

Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un tratamiento conocido como “masaje pélvico”—estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor hasta llegar al orgasmo, que en el contexto de la época se denominaba “paroxismo histérico” al considerar el deseo sexual reprimido de las mujeres una enfermedad.

El único problema era que los médicos no disfrutaban con la tediosa tarea del masaje. La técnica era difícil de dominar para un médico y podía tomar horas llegar al “paroxismo histérico”. Derivarlas a las comadronas, una práctica por otra parte habitual, era una pérdida de oportunidades de negocio para el médico.
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