'El vicepresidente: Más allá del poder' - Que va y viene
'El vicio del poder' es una película que va y viene. No se me ocurre otra definición mejor: Una película que cuando está, te agarra, pero que cuando no está, te suelta. No se trata necesariamente de irregularidad, sino más bien de fragmentación, la por otro lado inherente a una película que recorre muchos años de la vida de alguien, dando saltos de aquí para allá y de allá para aquí. De fragmentación y una cierta inconsistencia. Que va y viene.
Vaya por delante una cosa: Adam McKay ha pasado de escribir y dirigir comedias con Will Ferrell a escribir y dirigir comedias con Christian Bale. De 'El reportero' y 'Hermanos por pelotas' a 'La gran apuesta' y a esta 'El vicio del poder', título español un tanto "sui géneris" pero no tan desacertado como pueda parecer. Y entre medias 'Los otros dos', que a mí me hizo mucha gracia en su momento aunque no sé si nueve años después me la volvería a hacer.
En realidad, no hay mucha diferencia entre unas y otras: Las formas ahora son más refinadas, los temas tratados son más serios, cosas como VOX que antes nos hacían tanta gracia ya no nos la hacen y los intérpretes que aparecen en ellas prefieren un Óscar a un premio de la MTV. Pero en suma, la Amy Adams de 'Pasado de vueltas' participa de lo mismo que la Amy Adams de 'Pasado de vueltas': De la sátira de trazo más o menos chanante.
Está claro que McKay no es tan elegante como Armando Iannucci, pero ni mucho menos es como cualquiera de los llamados directores que duermen a la sombra de Adam Sandler durante los rodajes. Para empezar es norteamericano y fue cultivado en el SNL, la sutileza no es lo suyo. Pero a diferencia de otros coetáneos, si ha logrado revestir a la comedia norteamericana de algo de lo que suele carecer (cuando Paul Feig no está cerca): De dignidad.
No nos engañemos: Nos pondrá de mala leche y su protagonista podrá ganar el Óscar, pero 'El vicio del poder' no deja de ser una comedia como aquellas protagonizadas por Will Ferrell. La diferencia está en la madurez de un autor que, a estas alturas de la vida, probablemente, ya está más preocupado por el mundo que le rodea (y que va a legar a sus hijos) que por sí mismo. En un trasfondo que ha pasado de claramente estúpido a claramente concienciado.
Al fin y al cabo, está bien hacer reír, pero hacer reír y además contar algo está mejor que bien. Con 'El vicio del poder' McKay apuntala el camino trazado con 'La gran apuesta'. Que no les engañe su estreno en mitad de la temporada de premios, en plena carrera por esos Óscar que tanto dan como quitan. Eso es, en verdad, lo de menos. O debería de serlo. Así es la industria, el negocio, el capitalismo. Pero nosotros no tenemos por qué.
'El vicio del poder' es en esencia una comedia, o sátira, a la que se le ha tratado con el debido respeto. Esto es, además de ser una comedia, también es una película (además bastante interesante). Una película que va y viene, demasiado fragmentada y algo frívola, pero con un poso de ácida amargura que casa muy bien con la conciencia de cualquier espectador con conciencia: Que te hace reír con algo que en verdad no tiene puta gracia.
Dicho de otra forma, que se ríe en tu puta cara... pero contigo, no de ti.
Aunque acabe por hacerse larga, sus bruscos cambios de tono pesados o el conjunto en sí mismo no sea todo lo estimulante que debería, 'El vicio del poder' no deja de ser lo que llamaríamos una película interesante. El trasfondo, ese mencionado poso de ácida amargura, la indudable fuerza de muchas de sus escenas o la entrega de todos sus intérpretes. También, por supuesto, ante todo, ponerle una sonrisa a un tema que no es para sonreír.
En "la era de los ofendidos" cabe apreciar aún más si cabe el atrevimiento, descaro y desvergüenza de una película como esta, capaz de convertir juegos "de mayores" en juegos "de niños", y que a pesar de ser tan americana (y distendida) puede ser a la vez tan nuestra (y grave). Aunque como un servidor, no acabes de disfrutar de ella. Una sensación incómoda, por cuanto el diferido (y la reflexión) aporta el respeto no se ha adueñado del directo (o el instinto).
Y es que no es perfecta, pero se lo han currado como cabrones. Un respeto.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Pues parece ser que la quitaron únicamente porque la película era demasiada larga: https://www.fotogramas.es/noticias-cine/a25721492/el-vicio-del-poder-escena-eliminada/
Ya podrían acostumbrarse a ofrecer en Blu-ray o ya puestos, en streaming esos montajes "demasiados largos" para que seamos nosotros, como público, quiénes juzguemos si lo son o no.
Es cierto, sería una posibilidad que al menos a mi me interesaría aunque en este caso concreto un par de minutos no creo que condicionase el metraje de la película, además dicha escena me parece mejor que otras con las que finalmente sí contaron.
Ya avisan al inicio que el personaje protagonista es bastante inaccesible e introvertido y hacen lo que pueden para plasmar la historia, pero el resultado, aunque interesante a muchos niveles, queda algo frío.
Aún con ello y aunque pueda parecer incoherente con mi propio argumento inmediato, sobre todo acerca de los detalles, como análisis político y social deja muchos reseñables que seguramente, hagan que en revisionados gane.
Adam McKay se ha transformado en los últimos años en una especie de Oliver Stone retratando las miserias en especial de Estados Unidos que han costado empleos e hipotecas ('La gran apuesta') o una guerra contra otro país, como en el caso que nos atañe. Por mucho que celebre el giro de McKay para sacar las caretas a quienes campan a sus anchas con impunidad por encima del pueblo, no le cojo el gusto del todo.
'La gran apuesta' me pareció una cinta con un enfoque atractivo y un reparto de lujo para atraer incluso a los no interesados en el tema de la crisis económica; en el caso de 'El vicio del poder' la fórmula se repite y se resquebraja un poco en su efectividad.
Tener nombres como Christian Bale, Amy Adams, Steve Carell o Sam Rockwell son una garantía de que algo se puede sacar en positivo incluso aunque el resultado no te haga mucho tilín. Esos nombres sujetan casi en su mayoría el filme con la solvencia habitual, solo que estilo de narración ya visto en el trabajo sobre la crisis bursátil se hace algo pesado y predecible, incluso repite los cameos inesperados que tuvo 'La gran apuesta'.
No me cabe duda de que la historia de Dick Cheney merecía ser contada porque por él ha pasado de todo, tanto en su esfera personal como en el terreno político donde es retratado como un borracho peleante, un portador de armas torpe (no olvidemos el famoso incidente de la caza del que el propio agredido tuvo que salir en su defensa para más escarnio) y una persona sin escrúpulos incluso para su propia familia. No esperaba, de todas formas, un retrato amable.
Por muy interesado que esté en historias de política, este no será uno de esos casos en los que vaya a recomendar a alguien su visionado obligatorio. Es un relato que merece la pena, pero creo que tanto cinematográficamente como en el tema que le ata no será material imprescindible.
6
Yo le daría un 8