El Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges cumple 52 años en este 2019. De ocho en ocho. Brevemente, y de ocho en ocho películas.

'Suicide Tourist' - Algo así como 'La juventud' de Paolo Sorrentino pero en una residencia a la que literalmente, se va a morir. De forma consciente y voluntaria, ojo, como la de la T3 de 'Mary me mata'. Las dudas, pensamientos y analepsis de su protagonista, un Nikolaj Coster-Waldau de regreso a casa, ocupan la mayor parte su metraje. Destaca por su bella fotografía, aunque sus leves escarceos con el thriller no le sientan del todo bien a un discurso eminentemente dramático. ******

'Guns Akimbo' - A mitad de camino entre 'Crank' y 'Gamer': No es tan loca como la primera ni tan descafeinada como la segunda. Dos claros exponentes sobre qué esperar de una película con la que Daniel Radcliffe vuelve a demostrar que sigue en esto del cine para divertirse. Eso es precisamente lo que ofrece la propia película: Un alocado pasatiempo "guay" y "molón" tan lleno de movimiento y florituras visuales como resultón y en gran medida, divertido. ******

'3 From Hell' - Su prólogo es excelente, y la forma de recuperar a los personajes de 'Los renegados del diablo' muy estimulante. Pero está claro que Rob Zombie ha creado fama y se ha echado a dormir. La película no sale en ningún momento de su zona de confort. Pura reincidencia machacona, pura exploitation morbosa. Más, y más, y más de lo mismo. Efectiva en las distancias cortas, pero carente de cualquier encanto. Carne de cañón para fans del todo entregados a la causa. ******

'Zombi Child' - Un curiosísimo acercamiento a la temática zombi desde un punto realista, el de los "zombis haitianos": Personas que han muerto de forma simbólica para posteriormente "volver a la vida" convertidos en esclavos. Condenados a ser "cuerpos sin espíritu". Y la idea le funciona a Bertrand Bonello, por más que todo lo insinuante de su desarrollo nunca llegue a explotar. Es su único pero relevante, que después de 100 minutos esperando expectante, parece que termina... sin más. ******

'Paradise Hills' - La ópera prima de Alice Waddington destaca sobremanera por su diseño de producción y de vestuario. Sencillamente espectacular. Pero como película, lo que se dice como película, no deja de ser un envoltorio muy bonito... pero vacío. Una película de fórmula, la del lugar en apariencia maravilloso que no lo es para nada, a la que no aporta más que una servidumbre que sólo resulta relativamente sugerente por lo dicho, su arrolladora potencia ornamental. ******

'The Lodge' - Otra película en apariencia de fórmula que sin embargo logra escapar a su apariencia. Los responsables de 'Goodnight Mommy' vuelven con otro enfermizo y sufrido relato con niños de por medio que recuerda, por su tono y su puesta en escena, a películas como 'El resplandor', 'Llega de noche' o 'Hereditary'. Un relato atmosférico sumamente intrigante, siempre interesante aunque también un "poquito" crédulo cuyas buenas intenciones no acaban de verse del todo redondeadas. *******

'Noche de bodas' - Tampoco las aparentes buenas intenciones de lo nuevo de "Radio Silence" se ven del todo redondeadas. La película no sólo no saca verdadero provecho de su premisa, si no que además se ve lastrada por una clara vocación comercial que la delimita claramente. Es bastante apreciable, tiene sus puntos y es una de esas producciones que en un sitio como Sitges se crecen, pero dista de ser un todo terreno instantáneo como prometía. ******

'L'angle mort' - Es de esas películas cuya sinopsis, cualquier sinopsis que se haga resulta mucho más interesante que su desarrollo. O que la propia película, por más que no esté exenta de gracia. Y es que el tratamiento realista de la invisibilidad como un rasgo descriptivo más de una persona, tiene su punto. Intrigante, más de lo que parece pero menos de lo que debería. Al final, y después de todo, resulta un acercamiento demasiado intelectual al que le falta algo de emoción y calor humano. ******

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex