La hora del dolor
Vía Festival de Sitges
por reporter 13 de octubre de 2010
A las duras condiciones climatológicas comentadas ayer, se ha añadido hoy un invitado sorpresa: el viento. Por la mañana, al llegar al recinto del hotel Melià, hemos comprobado cómo algunas vallas de contención de masas habían cedido, estando ahora desparramadas por el suelo. Por la noche, incluso algunos carteles promocionales yacían también en el asfalto. Pero una vez más, esto para nada ha minado la moral de los asistentes, ni mucho menos el estado de salud de un festival que, una vez pasado el ecuador de su 43ª edición, nos ha ofrecido la mejor jornada en lo que a películas se refiere. Añádanle al cartel la master class del maestro Joe Dante y del gran Roger Corman, y llegarán a la conclusión de que ni en nuestros mejores sueños hubiéramos concebido un éxito tan rotundo.
Empezamos nuestro repaso a lo que ha dado de sí esta sexta jornada con el nuevo trabajo de Christian Molina, 'I want to be a soldier (De mayor quiero ser soldado)', que, con la participación de actores tan prestigiosos como Danny Glover o Robert Englund, cuenta la historia de un niño de diez años cuya vida va a cambiar repentinamente, en todos los sentidos. El nacimiento de sus hermanos gemelos le hará sentir desplazado, y a partir de ahí buscará otras fuentes de afecto que no harán sino aislarle todavía más, a la vez que su comportamiento irá siendo progresivamente más violento. Recuerdo que en el colegio, cuando éramos pequeños y se nos ocurría quejarnos por la carga de deberes a la que nos sometían los profesores, ellos nos comentaban que a nuestra edad, éramos algo muy similar a una esponja. Esta comparación se refería a que, jamás en nuestra vida seríamos tan receptivos a los estímulos de nuestro entorno, y que por esto en aquel momento intentaban meter en nuestro cerebro cuanta más información mejor, por nuestra inmensa capacidad de asimilación.
Lo que los pedagogos veían como una bendición, Christian Molina lo presenta como la peor de las pesadillas, sobretodo si este estado intelectual viene acompañado por otras circunstancias, que son las que afectan al protagonista: una vida hogareña cada vez más insoportable, al no ser ya el rey de la casa y al desgastarse drásticamente la relación entre sus padres; la siempre complicada tarea de encontrar el puesto deseado en la pirámide social del colegio; y obviamente, el océano de malas influencias que le rodean, especialmente los mass media, con especial fijación por la caja tonta (aunque sería más justo hablar de "violenta"). Violencia será precisamente la única manera que tendrá el pobre (¿?) chaval de moverse por este loco mundo. Un drama familiar interesante, bien llevado y complejo, que intenta no caer en la brocha gorda (consiguiéndolo casi siempre), en permanente búsqueda de razones -y culpables- a esa nueva generación de pequeños déspotas que se supone que algún día deberán gobernar el mundo... si es que no lo hacen ya.
Por si la experiencia no había sido del todo agitadora, nuestro querido Takeshi Kitano se ha presentado en Sitges -en sentido figurado- para la presentación de su nuevo largometraje, 'Outrage', visto ya en la última edición del Festival de Cine de Cannes. Los que en su día seguimos la actualidad de la Croisette, sabíamos qué cabía esperar. Nada más y nada menos que el esperadísimo retorno de "tito Takeshi" a sus orígenes, los que le colocaron en la órbita internacional. En la insufrible 'Glory to the Filmmaker!', el cineasta japonés se retrataba a sí mismo, buscando consolidarse en nuevos géneros cinematográficos para no ser encasillado en el de mafiosos. Esta inquietud artística que a parte de verse reflejada en dicho filme, también lo hizo sobretodo a lo largo del último lustro en su carrera, se ha visto interrumpida por la película que ahora nos concierne.
Con 'Outrage', Kitano vuelve a la yakuza: a los trajes, a los coches lujosos negros, a los interiores de gran diseño... a un mundo controlado por los hombres y en el que adquieren una importancia capital la liturgia de las ceremonias más variadas, las apariencias y los modales. Un pequeño desliz en estos últimos será el que creará una confrontación entre diversos clanes que, como la bola de nieve que cae por una pendiente, irá adquiriendo proporciones más grandes a medida que vaya avanzando la trama, lo cual se traduce, claro está, en dolor... mucho dolor. Lo que cabía esperar del sádico detrás de aquel hilarante concurso aquí titulado "Humor amarillo". Un sadismo creativo que el director lleva ahora a todos los lugares imaginables (atención a la escena de la consulta del dentista o a la del coche y la cuerda) para hablarnos de un mundo que conoce muy bien... quizás demasiado, ya que en alguna parte de la historia cuesta un poco seguir su discurso. A pesar de ello, 'Outrage' es el back-to-classics (el final por ejemplo recuerda mucho al de 'Violent Cop', su primer trabajo/encargo como director) que muchos pedían a gritos. Un retrato bastante acertado y a ratos impactante sobre este universo brutal en el que para sobrevivir, o hay que tener ojos en la espalda, o hay que saber interpretar como nadie los deseos caprichosos y constantemente cambiantes de los peces gordos, acercándonos pues ligeramente a aquella formidable reflexión sobre lo efímero que fue el 'Casino' de Scorsese. Sólo nos queda decir... qué bueno que volviste, Takeshi.
El único título visto hoy en la Sección Oficial Fantàstic a Competición ha sido 'Black Death', de Christopher Smith. Si antes mirando el nombre del director ya sabíamos a qué atenernos, con el director británico sucedía todo lo contrario, por ser éste el autor de productos tan mediocres como 'Creep' o 'Desmembrados', pero también por ser el principal artífice de 'Triangle', muy recomendable e infravalorada respuesta australiana a 'Los cronocrímenes', de Nacho Vigalando. Teníamos ante nosotros un melón por abrir, una situación muy común en este tipo de citas. ¿Demasiado verde? ¿Demasiado maduro? Una vez cortada la fruta ya no hay vuelta atrás, pero a cambio salimos de la incertidumbre. Ha habido suerte, y el sabor ha sido bueno.
De acuerdo que en la comparación con sus principales fuentes de inspiración (a saber, 'El nombre de la rosa', 'Apocalypse Now' y 'The Wicker Man'... bravo por el cocktail) 'Black Death' sale siempre como clara perdedora, pero conjuntar estos elementos en apariencia tan dispares no era tarea fácil, y el que de este conglomerado salga una cinta de aventuras de tintes oscuros tan digerible, es un gran mérito. No es ninguna joya; no creo que vaya a recordarla durante mucho tiempo, pero sí es un entretenimiento fácilmente disfrutable, que haciendo malabares con sus referentes, se las ingenia para ofrecer una aterradora visión sobre el papel que jugó la religión, la fe y la moral (las tres mostrando su cara más tenebrosa) en una de las épocas más oscuras jamás vividas en el viejo continente. Si además Sean Bean puede ver realizado su sueño de volver a estar caracterizado como Boromir, de 'El Señor de los Anillos' entonces todo el mundo contento.
Del Festival de Cine de Toronto podrían escribirse libros enteros, pero como servidor últimamente no va demasiado sobrado de horas de sueño, se limitará a decir que cualquier recomendación en forma de premio que salga de allí, hay que tenerla muy en cuenta. La razón es que en el certamen canadiense los galardones no los otorga un Jurado (porque allí directamente no existe), sino que lo hace el público, lo cual como ya se ha comentado en reiteradas ocasiones, le resta glamour a la celebración, pero al mismo tiempo la dota de una gran fiabilidad, al estar mucho más universalizado el voto que va a decidir lo mejor de la cosecha cinematográfica. Precisamente la siguiente película que exige nuestra atención ganó en dicho evento el Premio de la Sección Midnight Madness (imagínense, allí donde van a parar todas las cafradas imaginables), lo cual la convertía en uno de los platos más apetecibles para Sitges.
Hablamos de 'Stake Land', un título que voy a pedir a todo el mundo que lea esta crónica que memorice a conciencia, porque es sin lugar a dudas una de las cintas de terror más ambiciosas de los últimos años. El director Jim Mickle (a la derecha de la imagen) nos ha mandado una advertencia antes de la proyección: "Ésta es una película CON vampiros, no DE vampiros." Correctísimo, como no podía ser de otra manera. Sería un error quedarse con la primera impresión, ya que esta "tierra de estacas" encierra muchísimo más que un excelente acercamiento a la temática de los chupa-sangre, al que resultar ser también un ejercicio impresionante de road-movie (hablando de carreteras, a lo largo del viaje que propone Mickle por unos Estados Unidos arrasados por una extraña plaga, está muy presente la influencia del gran Cormac McCarthy) y del mejor western, pudiéndose poner este último calificativo en letras mayúsculas. Se trata de un viaje iniciático; de una historia de supervivencia narrada con maestría, que atrapa, que asusta, que da pie a la reflexión y que contiene un universo riquísimo en el que les aseguro que es una auténtica gozada perderse. Tanto que si el Sr. Mickle me asegura que va a seguir poniendo el mismo empeño y saber hacer, celebraría por todo lo alto que éste fuera el inicio de una saga. Toquemos madera.
Para ir terminando, dos de superhéroes. Con el primero, 'Zebraman 2: Attack on Zebra City', no dedicaremos demasiado tiempo... para dejar más espacio al segundo y porque en unas horas mi camino volverá a cruzarse con el de Takashi Miike, que resulta ser su director. De momento me limitaré a decir que, no sé si el público de Sitges (que siente inmensa adoración hacia este japonés con cara de pocos amigos) me ha contagiado parte de su "fanboyismo"; no sé si las cuatro horas -contando las dos entregas- que llevo conviviendo con el "hombre zebra" me han ablandado un poco el cerebro... pero lo cierto es que sitúo a este filme entre los pocos productos soportables de este -para mí- sobrevaloradísimo realizador. A los seguidores de la franquicia, que como buen producto de Miike, no serán pocos, hay que decirles que los ingredientes siguen siendo los mismos: personajes y situaciones de corte anime, acción entre espectacular y cutre y mucho humor gamberro marca de la casa, esta vez en un futuro alocado ideal para que el cineasta dé rienda suelta a su también alocadísima imaginación.
Por último, pero no por ello la menos recomendable -¡ni mucho menos!-, el que promete ser el fenómeno freak de la temporada: 'Super', de James Gunn, uno de los grandes herederos de la factoría Troma. El mayor problema de esta película, definida por el propio director como "un producto hecho para pocos... para marginados, geeks, rebeldes, etc." es que presumiblemente le costará mucho escapar de la sombra de 'Kick-Ass', al tratarse de otro caso de "pringao" sin poderes ni preparación de ningún tipo que, asqueado por todo lo que le rodea, decide probar suerte como enmascarado justiciero (Crimson Bolt será su nombre, anótenlo bien). También hay que decir que, si la gente juzga a ambas propuestas con el mismo criterio, pienso que la amplísima mayoría llegará a la misma conclusión: 'Super' gana por goleada en prácticamente todos los aspectos... y eso lo dice un defensor del cómic de Mark Millar y su correspondiente adaptación a manos de Matthew Vaughn. Pero es imposible no rendirse a la evidencia.
Un reparto espectacular (que si hacemos caso de Gunn, trabajó en el proyecto por amor al arte) en el que un desatado Rainn Wilson se consagra como uno de los mejores humoristas de nuestros tiempos y en el que una divertidísima Ellen Page no pierde otra ocasión para enamorarme más; una dirección que consigue hacernos olvidar el carácter low budget del filme; una selección musical que pone los pelos de punta ya desde los espectaculares títulos de crédito iniciales; y sobretodo uno de los guiones (no basado en ningún cómic... ¡sorpresa!) más valientes (por realmente romper todos los tabúes imaginables) y desternillantes que haya dado jamás el género. ¿El mayor "superhéroe" del siglo XXI o un psicópata con las ideas demasiado claras? Qué más da... ambas opciones sirven para desearle una larguísima vida a Crimson Bolt. Imprescindible.
Mañana más.
Click aquí para más información
P.D.: Como bonus, y ya que hemos terminado hablando de personajes... "singulares", ahí va una pequeña muestra del show del maestro Yoshihiro Nishimura, ayer en el cine Prado:
por Víctor Esquirol Molinas
Sitges 2010 - Yoshihiro Nishimura from Sitges Film Festival on Vimeo.