Visto lo visto, hay cosas que cuando las vemos parece que ya las hemos visto con anterioridad. A menudo, muy a menudo. Una sensación que además, por lo general, suele venir acompañada por el "y mejor contado". Si, pero tal vez no. ¿Acaso queda algo por contar que no se haya contado de alguna manera? ¿acaso no todo se puede resumir en lo mismo, una y otra vez? ¿acaso la vida de alguien es realmente tan especial como para ser verdaderamente única?

En fin, que 'La hija de un ladrón' parece lo mismo de siempre pero a su vez, es algo diferente. Lo suficiente como para que su presencia en la Sección Oficial mejore una media, la de la Sección Oficial de este Festival de San Sebastián, con serios problemas de autoestima y credibilidad. Belén Funes firma una apreciable ópera prima que funciona a la medida de su humilde ambición, aportando al esquemático modelo del drama social "a lo Dardenne" un bienvenido toque de optimismo en el que nadie es malo. La vida, que simplemente es así. La vida, que no se ceba en nadie más que lo justo como para que hasta dentro de una ficción, parezca una vida de verdad. Y no hay mejor reconocimiento posible para un drama social: Parecer "de verdad", y no una mera excusa para dar pena.

Como así intenta ser 'Adiós', el fallido regreso al cine español de un Paco Cabezas del todo poseído por el cine norteamericano (de tercera o cuarta fila). Allí dónde estaba todo lo bueno de 'Carne de neón' encontramos ahora todo lo malo de 'Tokarev'. Por no tener, la cinta carece del estilo, o la personalidad, o el nervio, o la gracia de otras propuestas parecidas ante las que palidece como 'Grupo 7' o 'Toro', también protagonizadas por un Mario Casas cuya condición como género en sí mismo comienza a venirse abajo, toda vez que no es lo mismo sin Antonios de la Torre o Luis Tosares a su lado. Una producción con clara vocación comercial cuya incoherencia argumental y torpeza narrativa la convierten en lo peor que podrían convertirse: En algo aburrido, indiferente, tonto, banal, gratuito.

Todo lo que precisamente no intenta ser 'Una obra maestra', película en cuyo guión, inspirado en una novela de Charles Willerford, se nota la (buena) mano del novelista Scott B. Smith, responsable tanto de la novela como del guión de 'Un plan sencillo'. La película lo intenta, y cuenta con un interesante planteamiento al que el director Giuseppe Capotondi sin embargo no logra sacar verdadero partido, por más que su reflexión en torno a la concepción de arte sea de lo más estimulante. La sensación es que la película se acaba quedando a medio camino, que la aparente y sugerente intención inicial acaba perdiendo la partida frente a la, también aparente, necesidad de ofrecer un giro argumental de todo menos sutil. Que no es tanto una vocación artística, como una cuestión mercantil.

Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex